Asistencia, crucial para damnificados

La entrega de víveres en Pilar y otros distritos del Ñeembucú continuó ayer. La SEN brinda ayuda humanitaria a un promedio de 100.000 personas, que de otro modo no tendrían qué comer en Ñeembucú. La última inundación en la región fue hace apenas tres años, con el mismo dramatismo de toda emergencia y el Estado tiene ahora la obligación de cambiar las condiciones de vida de estas poblaciones asentadas en medio de los esteros.

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PILAR, Ñeembucú (Roque González Vera y Miguel Rodríguez, enviados especiales). En la tarde de ayer llegó a Pilar un convoy de 15 camiones transportando 100.000 kilos de víveres para Pilar enviados por la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) y una cantidad similar llegó a esta capital departamental en la noche del lunes.

De acuerdo a estimaciones de la SEN, 100.000 personas están afectadas actualmente por las inundaciones a nivel departamental. La entrega de kits de víveres se lleva a cabo en el centro urbano de la capital departamental y, aunque con dificultades por la inundación de los caminos, también en el interior de este distrito y de otros del duodécimo departamento.

La situación en la ciudad de Pilar está bajo control y no tiene ni por asomo el nivel de dramatismo que se puede vivir en el interior del departamento, donde los caminos están destruidos y todos los cultivos familiares arrasados por el agua.

Para la distribución de ayuda se utiliza un camión Unimog, que es un vehículo diseñado para ingresar en caminos dificultosos, con una altura, potencia de motor y tracción en las cuatro ruedas no convencionales.

Si no fuera por el Unimog, no habría forma de llegar a las compañías del interior de Pilar.

En esta oportunidad, aún no se cuenta con el apoyo de helicópteros. La Fuerza Aérea Paraguaya cuenta con apenas dos aeronaves de este tipo y ninguna se encuentra en Ñeembucú porque están empeñados en culminar la asistencia humanitaria en el Bajo Chaco, también con problemas por inundación.

Sería reprochable que la Fuerza Aérea abandone una misión a punto de concluir para venir volando hacia el sur; terminan un trabajo, inician otro.

El Estado paraguayo es miserable hasta el extremo con la Fuerza Aérea, pero es la primera institución en la que se golpean las puertas cuando suceden calamidades de esta magnitud. Los helicópteros y aviones de transporte no tienen un empleo estrictamente militar; el ejemplo lo tenemos tanto en el Bajo Chaco como en Ñeembucú, donde los caminos fueron cubiertos totalmente por las aguas y la ayuda aérea es la mejor alternativa.

Sin comida

Las chacras ya no existen, por lo tanto no hay comida. Lo que se tenía de reserva de carne se agotó hace semanas y no hay posibilidades de reabastecimiento porque los caminos están bajo agua o destrozados, de acuerdo a lo que se observa en la zona.

En el interior del Ñeembucú tenemos a miles de familias con alimentación insuficiente. En la compañía Valle Apu’a, situada a escasos 20 kilómetros de Pilar, la Secretaría de Emergencia Nacional envío víveres para 250 familias. Llegar al sitio en la jornada del domingo último fue toda una odisea.

A los pocos minutos de llegar el vehículo de la SEN en el único punto que no cubría las aguas (un espacio de apenas 10 metros de largo por 3 de ancho, en la cabecera de un puente) se congregaron muchas familias en espera de recibir el aporte.

Las anécdotas de cómo hacían para sobrevivir se sucedían unas tras otras y todos coincidían en que apenas comían una vez al día algo de arroz o fideo sin ningún tipo de agregado: la cuestión es engañar al estómago y a veces no hay con qué hacerlo.

La última emergencia que azotó al Ñeembucú fue hace tres años, cuando se vivió lo mismo que ahora toca de nuevo enfrentar.

En países con movimiento sísmico las casas se preparan para soportar terremotos; si aquí tenemos inundaciones la población debería tener formas de soportar un fenómeno que ya no es natural: lo que está sucediendo es resultado de cambios climáticos y serán cada vez más reincidentes.

Es hora de trabajar para cambiar el Ñeembucú. No podemos seguir condenando a ninguna familia a soportar el drama de las inundaciones. El primer paso es establecer una política de Estado para que las familias del Ñeembucú construyan sus viviendas para afrontar inundaciones, sobre pilotes. No es cosa del otro mundo, es cuestión de voluntad.

Solidaridad

La solidaridad ciudadana se siente con fuerza. Ayer integrantes de la comunidad de Bangladesh de Ciudad del Este entregó ayuda para madres solteras afectadas por la inundaciones.

También ABC Color se sumó a la cruzada de solidaridad y hasta el 18 de mayo recibe donativos para damnificados de Pilar en Yegros 745, Asunción. Se necesitan principalmente alimentos no perecederos, productos de limpieza y aseo personal, ropa, agua mineral, botas de lluvia, y otros.

Muchos continúan en la espera

Los pobladores del barrio 8 de Diciembre dijeron ayer que todavía no recibieron los kits de víveres de la SEN. El lugar es habitado por aproximadamente 700 familias cuyas casas continúan inundadas. Leonarda Báez (63) manifestó que fueron censados y anotados en una planilla para poder ser beneficiados con la ayuda humanitaria. Por otro lado, damnificados del barrio San Francisco señalaron que los paquetes son insuficientes y que terminarían en unos tres días. Cada kit tiene azúcar, poroto, harina, fideos, arroz y coquito (cinco kilos cada uno), aceite de dos litros y dos latas de carne conservada (vaka’i). La economía de la población está paralizada, no pueden trabajar y no hay circulante de dinero. La situación es crítica.

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