El veterano que transportó a Estigarribia vive en Caacupé

CAACUPÉ, Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional). El sargento 1º Sindulfo Maidana Agüero, de 104 años de edad, fue uno de los pocos conductores de camiones durante la Guerra del Chaco, siendo una de sus misiones más importantes la de transportar en varias ocasiones al mariscal José Félix Estigarribia.

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El sargento Sindulfo Maidana ingresó para cumplir su servicio militar en la Armada Nacional a los 17 años, y gracias a sus conocimientos de mecánica se convirtió en ayudante de maquinista en el Cañonero Humaitá, donde fue escalando poco a poco hasta llegar incluso a conducir el buque en varias ocasiones.

En uno de esos viajes conoció al mariscal Estigarribia cuando este iba con su esposa, Julia Miranda Cueto, hacia el Chaco. Una de sus misiones más inolvidables fue el haber trasladado al conductor del Ejército paraguayo, ya en el camión, para anunciar el cese de hostilidades en el frente.

Cuando tenía cuatro años, Sindulfo quedó huérfano y fue criado por sus abuelos. Desde muy tierna edad comenzó a trabajar de aprendiz en el taller mecánico de don Horacio Gómez; a los ocho años, gracias a su pasión y dedicación, ya aprendió a conducir automóviles y camiones. A los quince años ya trabajaba como chofer del Hotel Victoria, trasladando a los asuncenos para que pasen sus vacaciones en Caacupé.

A los 17 años ingresó a la Armada como conscripto y de nuevo su pasión por las máquinas hizo que quedara en el cañonero Humaitá, el cual fue usado para trasladar a soldados y armas al Chaco, así como para trasladar los heridos en su retorno a Asunción.

El 11 de febrero de 1935 Sindulfo se incorporó al Regimiento Tren Nº 1 para conducir camiones en las largas travesías del frente para llevar agua a los batallones y traer a la vuelta a los heridos y fallecidos.

De esos tiempos, según mencionan sus hijas, le quedan sus peores recuerdos. Su hija Selva menciona que lloraba al rememorar los llantos y gemidos de los heridos cuando viajaban a la capital. Manifestaba que había semanas que casi no comían por la indisposición que les causaba los fuertes olores que quedaban de los cadáveres que transportaban.

Cuando volvió del Chaco se casó con Augusta Ortega (ya fallecida), con quien tuvo seis hijos. Se instaló en Caacupé. Trabajó durante 50 años como chofer de un comercio. Anduvo en bicicleta hasta los 90 años. Es un hombre admirado por personas de todas las edades en la comunidad.

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