Escalofriante prostitución de niñas nativas en calles de Ciudad del Este

La prostitución infantil de indígenas es un delito en auge en Ciudad del Este ante la inoperancia de los organismos encargados de velar por la seguridad de las menores.

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Niñas de entre 10 y 15 años de edad, varias de ellas adictas, son "contratadas" para tener sexo con personas adultas en yuyales, a la luz del día y cobrando entre 5.000 y 20.000 guaraníes, según las denuncias que pudimos corroborar.CIUDAD DEL ESTE (Fermín Jara, de nuestra redacción regional). Las niñas nativas, de diferentes parcialidades, deambulan por las calles de la capital del Alto Paraná en busca de clientes, ante la mirada de todos.  Sin embargo, se cuidan cuando notan la presencia de periodistas o "personas sospechosas".

Son parte de esas comunidades indígenas que el Presidente de la República, en su discurso de asunción, prometió dignificar.

El pasado martes, en horas de la tarde, una  persona adulta "contrataba" los "servicios" de una niña indígena, que no tendría 15 años.

Después, tratando de disimular se dirigieron a un yuyal, ubicado sobre la avenida Alejo García, detrás del Palacio de Justicia, lugar utilizado para los encuentros  sexuales.

En la zona del baldío  pululan los nativos que sobreviven bajo el improvisado campamento montado a un costado del edificio de la Gobernación del Alto Paraná y al costado de la Terminal de Omnibus.

Las niñas se drogan inhalando cola de zapatero o fumando crack para prostituirse, mientras los niños cometen todo tipo de hurtos para comprar los alucinógenos.

El "cliente" estaba parado en una esquina sobre la transitada avenida Alejo García por donde pasaba la niña indígena. El sujeto le llamó y después de un breve diálogo la menor se dirigió hacia un yuyal a escasos metros del sitio. El adulto le siguió y desaparecieron en medio de las malezas.

Unos 15 minutos después salió el sujeto y después lo hizo la menor. El adulto se dirigió hacia el Area 2, mientras la nativa le siguió, y después regresó para tomar la calle Constitución Nacional hacia el Palacio de Justicia.

Uno de los testigos del lamentable hecho, Silvino García,   llamó a la Policía Nacional, pero la patrullera tardó más de 20 minutos, lo que permitió que el adulto   escape.

En este punto es importante señalar que la jefatura policial del Alto Paraná está a menos de 200 metros del lugar del hecho.

La situación de marginalidad en que están inmersos los nativos que sobreviven en las calles de la capital departamental es alarmante. Sin embargo, ninguna institución pública o privada dedicada a defender sus derechos se encarga de poner fin al tema.

Inoperancia

La oficina de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (SNNA) está a cargo  del Pbro.  Nilo Mármol, quien nunca se halla en el local.

El año pasado, cuando se le consultó sobre la problemática, el sacerdote dijo que es responsabilidad del  Instituto Paraguayo del Indígena (Indi).

Después, al sentirse presionado por las denuncias,   ordenó que la institución a su cargo realice un censo de los aborígenes que están en las calles de la ciudad, cuyo resultado presentó al Indi. Esta última dependencia no tiene oficina en la capital departamental.

Por otro lado, el secretario de   Asuntos Indígenas de la Gobernación,  Doroteo Jara, adujo que no tiene recursos para buscar  atender el tema.

Finalmente, la encargada de prensa de la Municipalidad  esteña, Griselda Perrier,  señaló que la Consejería de la Niñez y la Adolescencia  (Codeni) frecuentemente  está sacando de la calle a los niños.

Añadió que    el problema de los nativos debe ser atendido por el Gobierno, ya que  provienen de otras zonas del país.
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