Hace 35 años Pilar quedó bajo agua

El 24 de mayo de 1983, hace 35 años, la capital del Ñeembucú, Pilar, vivía uno de los momentos más dramáticos de su historia al quedar bajo agua. Muchos recuerdan el terrible hecho, como don Derlis Pérez, quien nos relata su experiencia como uno de los “capitanes” de la defensa.

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PILAR (Clide Martínez, corresponsal). Cuando en 1982, las aguas empezaron a sitiar esta ciudad y los pronósticos hablaban de la “riada del siglo”, las autoridades locales y departamentales, representantes de las Fuerzas Armadas y de la Iglesia Católica, decidieron dividirse las responsabilidades de la defensa de la ciudad, dejando a cargo de la Municipalidad la contención de las aguas del río Paraguay, que por su caudal representaba el mayor peligro.

El entonces intendente, Fabio Insfrán Ruiz Díaz, encargó este frente al constructor Derlis Pérez (78), quien con gran ingenio y disponiendo de los escasos recursos existentes en aquella época formó un verdadero ejército de voluntarios y trabajadores de la comuna. Construyeron una inmensa muralla de bolsas, asegurada con postes de karanda’y y alambre.

Con estos elementos y el esfuerzo sobrehumano de los vecinos se logró contener las aguas hasta escasos centímetros de su altura máxima que fue de 10,05 metros, cuando la defensa debió ser abandonada al ingresar el agua por la retaguardia, un muro similar que no pudo resistir a un desbordado arroyo Ñeembucú. Don Derlis Pérez, el veterano “jefe de la defensa” de la ciudad en la gran inundación del 83, hoy descansa en su hogar, recordando con emoción aquella proeza pilarense.

Rememoró con emoción la gran solidaridad del pueblo pilarense y los habitantes de los pobladores del área rural que se trasladaban a caballo desafiando a las aguas que cubrían todos los caminos de la zona.

“Agotados los hombres y mujeres por el esfuerzo, cargando las bolsas con lo poco de tierra que se podía rescatar de la plaza y algunos pocos lugares elevados, se pudo sostener una lucha titánica. El esfuerzo fue extraordinario y la comunidad estaba unida, porque en ese momento no se hablaba de diferencias de ningún tipo, ricos y pobres sufrían la misma angustia”, expresó.

Rescató igualmente el protagonismo del recordado padre Federico Schiavón para liderar la recuperación de la ciudad, tras el desastre natural. Igualmente, la importancia de la radio local que alertaba a los vecinos sobre las filtraciones en las estructuras, aviso que desencadenaba la inmediata presencia de centenares de voluntarios para defender a riesgo de sus vidas los precarios muros de bolsas de arena que rodeaban a Pilar. 

Aquel 24 de mayo de 1983, tras titánica lucha, enfrentando con palas, bolsas y arena la inundación más grande de la que se tenga memoria, cedían los muros de defensa y el agua inundaba a la Perla del Sur. Agotados por meses de batalla, sin dormir, ante la riada que no daba tregua y amenazaba la propia supervivencia de las valientes familias pilarenses, miles iniciaban el triste éxodo. Mariano Roque Alonso, Asunción, San Ignacio y Villeta fueron los principales destinos de los desterrados. Para el rescate acudieron barcos que navegaban en las cercanías de la ciudad.

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