Muertos inundados

NANAWA, Pdte. Hayes. En esta ciudad, que ha sido tomada 90% por las aguas del río Pilcomayo y el riacho Negro, ni los muertos se han salvado. El cementerio se encuentra bajo agua y ha provocado no solo un desastre ambiental sino también emocional. Algunos dolientes previsores han construido panteones de dos pisos, pero no lo suficientes como para salvar a todos los féretros.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/H435A34T25EDNCN23AF2LXWBAQ.jpg

Cargando...

Ya ni los muertos se salvan de la crecida. En esta ciudad, ubicada 50 km al noroeste de Asunción, el cementerio ha sido tomado por las aguas.

Panteones de dos pisos –algunos lujosos y otros simples– fueron construidos por dolientes previsores. Sin embargo, no todos los féretros han corrido la suerte de subir a la planta alta para estar secos y a buen resguardo.

En el análisis de Alberto Yanosky, ambientalista investigador del Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), tener un material en descomposición –restos humanos– en el agua genera una difusión de agentes contaminantes. “Sumada a las altas temperaturas, acelera el proceso de putrefacción del agua. La falta de oxígeno en esta masa líquida mucho más cálida que lo normal, trae enfermedades de todo tipo, en especial de la piel. También afecta al ecosistema que incluye animales y plantas”, explica.

El otro problema es de índole emocional. En la perspectiva de la sicóloga Nena Zelada, las personas de estas zonas ya están de por sí traumatizadas por el hecho de perder su hábitat y de adaptarse a nuevas condiciones de vida en condiciones extremas. “Cuando a esto agregamos el hecho de que el lugar en el que veneramos a nuestros muertos se encuentra profanado, el estrés emocional es doble. En materia de sentimientos la fe y las creencias son incuestionables”, explica Zelada.

Algunos pobladores previeron la construcción de panteones de dos pisos con los lujos correspondientes. La municipalidad nanawense también previó la construcción de 44 nichos populares de varios niveles. Sin embargo, fueron insuficientes porque no todos los féretros lograron salvarse.

En lo que va del año hubo cuatro funerales en el cementerio acuático.

“Enterramos, por así decirlo, a nuestros muertos en nichos prestados. Ahora no tenemos sepultureros, solo un jornalero ocasional que ayuda a colocar y revocar el lugar en el que van los cajones”, explica Marcelino Núñez, intendente. El último cortejo fúnebre constó de siete botes y llegó al cementerio a dar el último adiós a un hombre de avanzada edad que falleció por causas naturales.

Texto y fotos: mescurra@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...