CAPIATÁ (Antonia Delvalle C., corresponsal). Los enfermos oncológicos esperan desde uno hasta tres meses para acceder a un turno para cirugía y unos 15 días para iniciar la quimioterapia en el Instituto Nacional del Cáncer (Incan). El sistema de Salud les impone toda una odisea, mientras el mal que les aqueja no da tregua.
Ayer numerosos pacientes estaban a la espera de que se liberen camas para poder ser internados y así acceder a su cirugía programada. Desde Itacurubí de la Cordillera vino, por ejemplo, Amanda Torres viuda de Rivas (78), quien padece de tumor en uno de sus ojos.
La acompaña su hija Cirila Rivas. Comentó que ayer le indicaron en el centro asistencial que fue imposible la internación, pero le prometieron que hoy se llevarán a cabo los trámites cuando salga de alta un paciente.
Por su parte, Lucindo Libardi (64), quien padece de lesión cutánea, dijo ayer que a duras penas consiguió ser internado para su cirugía para biopsia a fin de saber si su afección es o no cáncer.
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La hermana del paciente, Juvina Libardi, señaló que salieron de San Pedro de Ycuamandyyú a las 23:00 del martes y que desde 05:00 de ayer esperaban la internación, que consiguieron pasadas las 13:00 para ser intervenido hoy, luego de un mes de espera.
Dolly Barrios, proveniente de Concepción, refirió que hace dos años venían en grupo de 40 personas con cáncer desde la zona norte, como Pedro Juan Caballero, Horqueta, Vallemí, Yby Yaú y otros. Lamentó que muchos abandonaron su tratamiento porque se quedaron sin animales para vender, como cerdos, gallinas y vacas, para solventar sus gastos de tras- lado y estadía.
“Solo este mes que termina ya vine cinco veces, y no solo tenemos que costear el pasaje, sino también la alimentación y pagar 40.000 (guaraníes) por día en una pensión privada. Te piden análisis y otros estudios que se hacen en diferentes días, y algunos se deben hacer en laboratorios privados. Al pobre le cuesta mucho ir y venir, más si uno vive lejos. Por suerte yo tengo para pagar, pero muchos no pueden”, expresó Barrios.
Mariela López (32), procedente de Ciudad del Este, dijo que hace cinco meses está con tratamiento en el Incan y que no ve la hora de ir junto a sus cinco hijos, en particular para cuidar a su bebé de un año de edad. Señaló que su tratamiento, así como de otros 19 pacientes, se retrasó porque una semana no pudo realizarse radioterapia porque se averió dos veces el acelerador lineal.
“Los médicos nos insisten en que hagamos al pie de la letra el tratamiento, pero una semana de pérdida de tiempo tuvimos y la enfermedad no espera. Yo tengo cáncer de cuello uterino”, dijo.
