ITACURUBÍ DE LA CORDILLERA, Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional). El hecho se registró en la compañía Potrero Angelito, ubicada a unos ocho kilómetros de la zona urbana. Ángela vivía con su madre, Zully Martínez; la pareja de la mujer, Elvio Cristaldo, y la madre de este, Ramona Cristaldo, y su hermanito de aproximadamente 18 meses.
Según el médico forense, la muerte de Ángela ocurrió por sepsis por broncoaspiración (atragantamiento).
La adolescente, que sufría retraso mental y problemas de locomoción, tenía un severo estado de desnutrición. Según los vecinos, era maltratada por su padrastro y por la madre de este.
Esta situación de maltrato y vulnerabilidad fue denunciada en varias ocasiones ante el Consejo de la Niñez y Adolescencia (Codeni) de la Municipalidad local. Pero nada hicieron para evitar este triste desenlace.
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El juez de paz, Adolfo Acuña, que conocía el hecho, tampoco informó a las instituciones competentes.
Ángela hace más de seis meses tenía más dificultades para alimentarse, por lo que padecía de desnutrición severa, según manifestó su madre. Agregó que dejó de comer tres días antes de morir, sin motivo aparente.
Sin embargo, no la llevaron al centro de salud, ni avisaron a nadie porque –según la madre– no contaba con los medios necesarios.
El día en que murió, la menor estaba sola con su padrastro en la casa. Su madre, Sully, y Ramona Cristaldo “se fueron a pagar su promesa a la Virgen de Caacupé”. Según la madre de la adolescente, el padrastro le estaba dando de comer tortilla a Ángela cuando sufrió el atragantamiento que causó su muerte.
Dormía en el suelo
Una vecina de la familia, Deolinda López, denunció que la menor vivía atada en todo momento y que ni siquiera se le permitía dormir dentro de la casa. Aseguró que era obligada a dormir en el suelo de la cocina o en el patio.
Al tener dificultades para deglutir, requería de dedicación y paciencia a la hora de suministrarle alimentos. Además, vecinos manifestaron Ángela era alimentada solo en raras ocasiones, para evitar que ensucie a menudo los pañales. En los últimos días de vida su escuálido cuerpecito estaba lleno de llagas, ampollas y granos, por la falta de una limpieza adecuada. Además, tenía piojos.
Otra hija abusada
Zully Martínez está embarazada de seis meses de su octavo hijo. La mayoría de sus vástagos viven con sus familiares. Hace tres años una de sus hijas, que entonces tenía 6 años de edad, fue abusada sexualmente por su anterior pareja, que fue condenado a 12 años de cárcel en Tacumbú.
