LA HABANA (EFE, AFP). Cuba oficialmente aún está en fase preepidémica, pero el riesgo de un brote mayor y el dantesco escenario internacional han hecho que el Gobierno blinde fronteras, cierre escuelas, suspenda eventos y pida salir solo lo necesario, aunque sin decretar una cuarentena masiva.
Con casi 30 fallecidos, menos de un millar de positivos y sin mostrar crecimiento exponencial de los contagios, de momento Cuba mantiene a raya al coronavirus, al menos en comparación con otros países.
El gobierno del presidente castrista Miguel Díaz Canel anunció que la isla entró el pasado martes en la fase de transmisión autóctona limitada de la epidemia, por lo que mantiene en cuarentena a solo seis barrios del país, pero sus autoridades llaman constantemente a la población al aislamiento social para evitar nuevos contagios.
El Gobierno ha impuesto las medidas más estrictas -a excepción del confinamiento obligatorio- suspendiendo incluso los servicios de transporte público o privado, lo que ha convertido a La Habana en una de las pocas ciudades del mundo en las que ya no circulan autobuses ni taxis. Esto, sumado al cierre de los centros comerciales de mayor capacidad, contribuye a evitar la excesiva concentración de compradores en una serie de enclaves específicos.
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No obstante, muchos isleños no han esperado a una orden oficial y se han autoconfinado después que las autoridades anunciaran los primeros casos en marzo pasado.
Con todo bajo control excepto las colas, y conscientes de que estas podrían ser el único foco importante de transmisión, las autoridades también instaron a solicitar los productos básicos en tuenvio.cu, una nueva plataforma de comercio electrónico creada en enero y que ofrece entregas a domicilio.
Lejos de aliviar el problema la iniciativa generó nuevas aglomeraciones, en este caso en los bancos para abrirse cuentas y tarjetas necesarias para el pago. A esto se suma que la página web quedó fuera de servicio al saturarse los servidores.
Los cubanos deben peregrinar varios días por las tiendas y formar largas filas para comprar alimentos, detergente y papel higiénico.
De este modo, los cubanos con acceso a internet se han unido masivamente a grupos en las plataformas Whatsapp y Telegram donde comparten información sobre la disponibilidad de productos en las tiendas, e incluso sobre el tiempo de espera estimado, categorizado como #colita, #cola o #colota.
Cuba importa la mayoría de los alimentos que consume y atraviesa con frecuencia por intermitencias en el abastecimiento, tanto por el embargo comercial que le aplica Estados Unidos como por falta de liquidez y atrasos en la reforma de su modelo económico de corte soviético.
La llegada de alimentos de gran demanda como el pollo o artículos de higiene genera grandes filas en los mercados, cuando estos productos son ofrecidos.
Se prohibió además la venta de bebidas alcohólicas en los negocios de alimentos. Solo habrá comida para llevar.
Casi desconectado del mundo
Olviden Netflix, la televisión por cable o entretenerse durante horas en redes sociales. Sin wifi ilimitado ni datos móviles con tarifa plana, el confinamiento en una Cuba casi paralizada por el coronavirus luce muy diferente al del resto del mundo.
El aislamiento para los cubanos, que viven ahorrando el saldo de sus teléfonos y cuentan cada megabit, no estará marcado por retos virales, maratones de series online o videollamadas en Zoom, porque la internet, cara e inestable, es tratada como un bien preciado, no como algo que se da por sentado.
Este es un servicio caro en la isla, donde el salario medio mensual no llega a los 45 dólares y las pensiones oscilan entre los 15 y los 20 dólares.
