A cinco años de la revolución, Egipto vive en otra dictadura

Cinco años después del comienzo de la revolución contra Hosni Mubarak, Egipto vive bajo un régimen autoritario que diezmó a la oposición, con una amenaza yihadista omnipresente y una economía alicaída. Para algunos, triunfó la contrarrevolución.

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EL CAIRO (AFP). Con la excepción de los Hermanos Musulmanes, ninguna formación política se manifestará mañana con motivo del aniversario de la revuelta. La policía reforzó su dispositivo de seguridad en El Cairo, sobre todo en el centro de la ciudad, y la plaza Tahrir, eje neurálgico de las protestas de 2011, está acordonada.

El 25 de enero de 2011 estallaron unas manifestaciones gigantescas para pedir la dimisión de Mubarak que se vio obligado a dejar el poder el 11 de febrero, en la estela de la Primavera Árabe desencadenada en Túnez. Los egipcios pedían pan, justicia y dignidad y rebosaban de esperanza.

Unas expectativas que no se cumplieron. El entusiasmo se convirtió en desilusión tras cinco años convulsos.

Al comienzo de 2012, los Hermanos Musulmanes ganaron las elecciones legislativas y, uno de ellos, Mohamed Mursi, se convertiría en junio en el primer presidente electo democráticamente en el país.

Un año más tarde, el jefe de las fuerzas armadas de entonces y actual presidente Abdel Fattah al-Sisi lo derrocó en nombre de las manifestaciones multitudinarias que pedían su dimisión.

En el verano de 2013 comenzó una represión despiadada contra la oposición islamista, que se extendió luego a los movimientos laicos y de izquierda.

Para Karim Bitar, investigador del Instituto de relaciones internacionales en París, “hoy está claro que la contrarrevolución ha triunfado y que las esperanzas se han visto frustradas”.

“La revolución fue confiscada y luego enterrada”, afirmó, y agregó que las nuevas autoridades “lograron domesticar a todos los contrapoderes tradicionales” (justicia, medios de comunicación, parlamento).

Al menos 1.400 manifestantes islamistas murieron en la dispersión violenta de sus concentraciones. Más de 15.000 Hermanos Musulmanes –un movimiento declarado “terrorista”– y sus simpatizantes están encarcelados y centenares, condenados a muerte en juicios denunciados por la ONU.

La oposición laica y de izquierda no se quedó atrás, como el Movimiento del 6 de Abril, punta de lanza de la revolución y actualmente prohibido. Varios de sus dirigentes están en prisión, acusados de “violentos”.

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