Ángela Merkel, referente de la política europea y global

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Ángela Merkel anunció este domingo a su partido que será candidata a un cuarto mandato de canciller durante las elecciones legislativas de 2017, en un periodo en que sus partidarios la consideran como última defensa frente al ascenso de los populismos.

BERLÍN (AFP). La canciller, de 62 años, comunicó su intención a los dirigentes de la Unión Demócrata Cristiana (UCD), durante una reunión celebrada en Berlín.

Tras 11 años al frente del país, Merkel ya ostenta el récord de longevidad en el poder entre los dirigentes occidentales.

Un referente de su partido dijo ayer que Merkel es “una garantía de estabilidad y fiabilidad en un periodo turbulento”.

A juzgar por los sondeos, Merkel tiene muchas posibilidades de conseguir su cuarto mandato en la cancillería.

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Entraría así en la historia de su país al superar el récord en el poder del icónico canciller de la posguerra Konrad Adenauer (14 años) y también el de su propio padre político, Helmut Kohl (16 años).

La “chiquilla”

Tras la caída del Muro de Berlín, a finales de 1989, entró a la política, primero como portavoz del último gobierno de la Alemania Oriental y luego como miembro de la UCD, liderada entonces por Helmut Kohl.

Es el entonces canciller, el “coloso”, quien le da sus primeras responsabilidades ministeriales. En aquella época, Kohl la llama con un tono paternalista “la chiquilla”.

Pero en el año 2000, un escándalo financiero en el seno de su partido compromete a la dirigencia, y determina la caída de su padre político, del que Ángela no duda en distanciarse, y acaba alcanzando la presidencia de la UCD. Todos habían subestimado a esa mujer.

Cinco años después, es la primera mujer canciller en Alemania.

Nacida en la Guerra Fría

Ángela Merkel es la hija de un pastor luterano, educada tras la Cortina de Hierro, nacida como Kasner, hoy conserva el apellido de su primer marido.

Su padre se trasladó con toda su familia de Alemania Occidental a la República Democrática Alemana (RDA) para contribuir a la evangelización del Estado comunista, donde Ángela Merkel tuvo una infancia austera.

Esta alumna aventajada disfrutaba de las matemáticas y el ruso en la escuela, y años después obtuvo un doctorado en Física.

Vida austera

En la política, Merkel supo imponer su estilo atípico, que mezcla un gran conocimiento de las relaciones de poder, con un enorme pragmatismo, y una retórica muy sobria.

Con sus manos cruzadas sobre el vientre, su poco interés por la moda o su falta de elocuencia, durante mucho tiempo la canciller dio la impresión de estar fuera de lugar.

En la actualidad, vive en un piso sin lujos en el centro de Berlín y sus pocas pasiones conocidas son la ópera y las excursiones por el Tirol con su segundo esposo, un científico alérgico a la vida pública, Joachim Sauer.

Se la puede ver con frecuencia en un supermercado barato de Berlín, comprando queso y vino blanco.

Su apariencia corriente y su sentido común han sido unos de los principales motivos del éxito de Merkel con su electorado.

Apacible pero fuerte

“Madre Ángela”, como la apodó la prensa alemana, no tiene rivales en su país, aunque su popularidad cayó en los últimos tiempos tras la acogida de un millón de refugiados en territorio alemán.

Su decisión y su voluntad de defender esta política, a pesar de las críticas, sorprendieron a muchos, dado que su política tradicional es la no confrontación.

La placidez de la dirigente tan sólo es una apariencia. Se ha impuesto rápidamente en la escena internacional, y muchos la consideran ahora como un baluarte frente a los autoritarismos turco o ruso, la tentación aislacionista de Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump y la crisis pos-Brexit en la Unión Europea.

Su firmeza gusta mucho en Alemania, hasta el punto de que no dudan en llamarla “Mutti” (mamá, en alemán).