BOGOTÁ (AFP). El Gobierno colombiano y la última guerrilla activa Ejército de Liberación Nacional (ELN) iniciaron en febrero de 2017 unos diálogos para poner fin a los enfrentamientos y miles de muertes, pero actualmente están suspendidos. Su continuidad queda aún más en entredicho después de este acto terrorista.
Colombia vive un conflicto armado que ha enfrentado durante más de 50 años a guerrillas, paramilitares y agentes de la fuerza pública, con un saldo de unos 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados. El ELN es el segundo grupo rebelde colombiano después de las FARC. Alzado en armas desde 1964 e inspirado en la revolución cubana y en la teología de la liberación.
“El gobierno nacional sabe y entiende que el ELN no tiene voluntad de paz”, sentenció el comisionado de paz Miguel Ceballos, en la sede presidencial.
El ataque, calificado por el presidente Iván Duque de “demencial acto terrorista”, es el peor en Bogotá desde febrero de 2003, cuando rebeldes del ahora partido FARC detonaron un coche bomba en el club El Nogal. Treinta y seis personas murieron y decenas más sufrieron heridas.
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El acto terrorista contra la escuela de cadetes fue cometido por un experto en explosivos de ese grupo alzado en armas, identificado como José Aldemar Rojas Rodríguez (56) y quien pereció en el atentado, según el ministro de Defensa Guillermo Botero.
¿Primer kamikaze? “No existe hasta el momento ningún elemento que nos permita concluir que esta persona se suicidó”, afirmó Botero.
La fiscalía reiteró las denuncias de que líderes del ELN se refugian en Venezuela. Sin embargo, el Gobierno aseguró que no tiene evidencia que involucre a funcionarios venezolanos en este hecho.
Rojas Rodríguez se desempeñaba como jefe de inteligencia dentro del frente Domingo Laín que opera en el departamento de Arauca, frontera con Venezuela.
Las autoridades anunciaron la captura de Ricardo Andrés Carvajal, quien “reconoció la autoría del atentado en interceptaciones telefónicas”, tras ser detenido.
