La idea partió del alcalde, Paulo Langrouva.
La misión no es fácil, admitió Langrouva, que explicó que hace semanas que se establecieron contactos con la NASA y con la Agencia Espacial Europea para proponer el reto, que, a priori, se podría realizar este mismo año.
La botella elegida será una de las que a diario producen en la Bodega Cooperativa “Castelo Rodrigo”, ubicada en esta comarca, a la que pertenecen 400 productores.
Sin embargo, no será una botella al uso, “tiene que ser especial y tener un envoltorio muy concreto que la proteja, e incluso los rótulos también tendrán que ser muy especiales”, explicó el alcalde.
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La presión atmosférica podría romper el vidrio por lo que estudian si usar algún tipo de cristal determinado o incluso si tendrían que utilizar un envase diferente.
Sobre el destino final que eventualmente tendría el vino, el alcalde lo tiene claro: la Estación Orbital Lunar, una plataforma que orbitará alrededor del satélite y cuyo inicio de construcción está previsto a partir del año 2020.