Brasil celebra hoy la primera ronda de sus polarizadas presidenciales

Brasil, la mayor economía latinoamericana, celebra hoy la primera de las dos rondas de elecciones generales para elegir un nuevo presidente. El exmilitar Jair Bolsonaro, aclamado por sus admiradores como “el salvador de la patria”, y Fernando Haddad, del PT y ahijado político de Lula, lideran las intenciones de votos.

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RÍO DE JANEIRO (AFP, EFE). Quien resulte electo sucederá a Michel Temer, el más impopular de los mandatarios desde la restauración de la democracia en 1985, y tendrá por misión recomponer la credibilidad del Estado después de años de crisis económica, violencia endémica y escándalos de corrupción.

El vencedor de las presidenciales tendrá que asumir un país que, según las últimas proyecciones del Gobierno, solo crecerá un 1,3% este 2018.

Hoy, se elegirá presidente y vicepresidente de la República, a los gobernadores de los 27 estados (incluido el Distrito Federal de Brasilia), a los 513 diputados, a 57 de los 81 senadores (dos tercios) y a concejales de cada Estado.

Los mandatos son de cuatro años, excepto para los senadores, de ocho.

En las elecciones presidenciales y de gobernadores hay una segunda vuelta prevista para el 28 de octubre, si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta de los votos válidos.

Bolsonaro, un excapitán del Ejército, de 63 años, y Haddad, excalcalde, de 55, son los candidatos con más intención de voto y con mayor índice de rechazo, en una muestra de las pasiones que agitan al país y que dejaron poco espacio a los candidatos de centro.

La última encuesta Datafolha del jueves pasado da un 35% de intenciones de voto a Bolsonaro, frente a 22% para Haddad; el centroizquierdista Ciro Gomes y el centroderechista Geraldo Alckmin gravitan en torno al 10%.

Si bien los dos favoritos aparecen empatados en las simulaciones de balotaje del domingo 28, algunos analistas estiman que Bolsonaro podría ganar en la primera ronda, en caso de que la clase media decida emitir un “voto útil” para evitar que la izquierda vuelva al poder.

¿Quién es Bolsonaro?

Defensor de la familia tradicional, de Dios y del porte de armas: el diputado ultraconservador Jair Bolsonaro sobrevivió a una puñalada y a su propia trayectoria gris, hasta colocarse como favorito en las presidenciales de Brasil.

A menudo apodado “el Donald Trump brasileño”, este excapitán del Ejército ha impulsado su campaña a través de las redes sociales, con un discurso antisistema en un país en crisis política, económica y de seguridad.

Bolsonaro tiene “una trayectoria impresionante, pasó de ser un político del ‘bajo clero’ (diputados que no deciden cuestiones importantes) a lograr ese ascenso”, afirma Michael Mohallem, politólogo de la Fundación Getúlio Vargas.

En un país saturado por los escándalos de corrupción y con altos índices de violencia y desempleo, su discurso “antisistema” encuentra respaldo en las más diversas camadas sociales.

El ultraconservador se ha empeñado, sin embargo, a omitir su carrera como legislador, poco exitosa teniendo en cuenta que en casi 30 años como miembro de la Cámara de Diputados sólo consiguió que dos de los 170 proyectos de su autoría se convirtieran en ley.

Su actuación como parlamentario se ha caracterizado por un discurso radical, con ataques a homosexuales, negros y mujeres, en defensa de la dictadura militar y hasta de un nuevo golpe de Estado, y de apoyo a la violencia policial, la muerte de delincuentes, la pena de muerte y el libre porte de armas.

En 2003, Bolsonaro le dijo a una diputada de izquierda, que lo acusaba de incentivar las violaciones que “no merecería ser violada”.

Más tarde explicó al diario brasileño Zero Hora: “No merecería ser violada porque es muy mala, muy fea”.

En 2016, elogió a un torturador de la dictadura (1964-1985) y en una entrevista con la revista Playboy, en 2011, dijo que preferiría que sus hijos “muriesen en un accidente” a que sean homosexuales.

Esta semana afirmó que no aceptaría resultado que no fuese su victoria, pero después moderó su comentario.

¿Quién es Haddad?

Fernando Haddad es un exministro de Educación (2005-2012) y exalcalde de Sao Paulo (2013-2016). Es conocido como “tranquilão”.

Tuvo menos de un mes para darse a conocer como candidato del Partido de los Trabajadores, en sustitución del carismático expresidente Lula da Silva (2003-2010), encarcelado por corrupción.

Cumplió la primera parte de esa misión casi imposible, porque según las encuestas hoy quedará en segundo lugar y debería disputar la segunda ronda con Bolsonaro.

Su principal lema, “Haddad es Lula”, le permitió acercarse al electorado del empobrecido nordeste, bastión histórico del PT.

Si hay algún punto en el que Haddad demostró personalidad es en el dominio de sí mismo ante los ataques de sus adversarios, que algunos confunden con distancia.

Urnas, OEA, financiación y mujeres

Los brasileños votan en un sistema de urnas electrónicas. Cada elector debe digitar el código que corresponde al candidato: dos cifras para presidente y gobernadores, tres para senadores, cuatro para diputados federales y cinco para concejales de cada Estado.

Las dos primeras cifras son siempre las que corresponden al partido. Este sistema permite obtener los resultados rápidamente. La justicia electoral asegura que el sistema es infalible.

Cada urna, previamente lacrada, está destinada a un circuito específico de cada estado. Para dejarla lista, los funcionarios ingresan en ella los datos de los electores de ese circuito y de los candidatos elegibles.

El dispositivo comenzó a usarse masivamente a partir de 1996. Brasil es uno de los pocos países que posee en la actualidad un sistema electoral 100% electrónico.

Financiación y OEA

La gran novedad de las elecciones de 2018 es la prohibición del financiamiento de las campañas por parte de empresas, en un intento por marginar la corrupción a gran escala.

Por primera vez, los comicios serán acompañados por una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA). Analizarán aspectos clave, como la organización, tecnología electoral, la financiación de las campañas y la participación política, sobre todo de las mujeres. (AFP, EFE)

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