Gerhard Müller (69 años) era hasta principios de este mes el guardián de la ortodoxia católica como prefecto para la Doctrina de la Fe, y fue desplazado por Jorge Bergoglio tras años de roces con el Pontífice, publica el diario Clarín en su sitio digital, nota que reproducimos en parte.
Müller abrió un fuego graneado contra el Pontífice en una entrevista a la agencia alemana “DPA”, en la que alertó sobre un “culto excesivo al Pontífice”.
El cardenal acusa indirectamente a Francisco de favorecer una “adulación cortesana y una afectada subordinación”, aunque a la vez dice que Bergoglio se ha manifestado contrario a esta actitud.
“Todo católico, sobre todo cada obispo y cada cardenal, tiene una relación positiva y constructiva con el Papa”, señaló Müller, aunque señaló que algunos tienen “una devoción papal hipócrita, como si la divisa fuera: El Santo Padre tiene una idea y nosotros lo seguimos incondicionalmente y llenos de admiración”.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
“El Papa también es solo un ser humano. Eso quier decir que no todo lo que hace y dice es de por si perfecto e insuperable”.
El tema de los divorciados
Entre las discrepancias más profundas de Müller con el Papa, la más explosiva fue la oposición del cardenal al cambio sugerido por el Pontífice en la cuestión de los católicos divorciados vueltos a casar. En un documento final de marzo de 2016, llamado Amoris Laetitia, Francisco autorizó en notas al pie de página, y no en el texto, que ese tema lo decidieran los obispos, tras un camino de penitencia, al final del cual podrían volver al sacramento de la comunión.
El cardenal Müller hasta escribió un libro en el que afirmó que “ningún Papa puede disponer de los sacramentos”.
El matrimonio es indisoluble por voluntad divina y “ni la más alta autoridad eclesiástica puede intervenir en la sustancia de un sacramento”.
Müller dio conferencias en varios países. Las que levantaron más polvareda, con acusaciones de otros obispos contra él por “franca rebeldía” al Pontífice, las pronunció en España.
Llegó a decir que él no era “una copia servil del Pontífice”, sino que estaba donde estaba “para servir con su cabeza”.
El cardenal alemán considera a Francisco un Papa que hace pasticho (lasaña) con la sana teología.
Llegó a proponer que los documentos que elaborara Bergoglio fueran controlados en su sustancia teológica por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
