Los dos “taikonautas”, como son llamados los astronautas chinos, llevarán a cabo experimentos en el ámbito de la medicina, biología, física, así como investigaciones sobre las tormentas solares y ensayos para la reparación de material.
Los dos hombres despegaron de la base de lanzamiento en el desierto de Gobi a bordo de la nave espacial Shenzhou-11 (“Nave divina-11”), propulsada por un cohete “Larga Marcha-2F”.
En 48 horas se prevé la llegada a bordo del nuevo laboratorio espacial chino Tiangong-2 (“Palacio celeste-2”), lanzado en septiembre; donde permanecerán unos 30 días, una duración récord para astronautas chinos.
La conquista del espacio, coordinada por el Estado mayor militar, es percibida en China como un símbolo de la emergencia del país. Pekín ha invertido miles de millones en programas espaciales para intentar equipararse en este aspecto a Estados Unidos, Europa y Rusia.
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China envió su primer hombre al espacio en 2003. En 2013 cerró con éxito la misión tripulada “Shenzhou-10”, tras 15 días en órbita alrededor de la Tierra.
Además de esta estación espacial, Pekín lleva a cabo un ambicioso programa cuyo objetivo es enviar un hombre a la Luna.