CIUDAD DEL VATICANO (AFP). Los líderes de las 113 conferencias episcopales del mundo, así como superiores de las congregaciones y grupos de víctimas de curas pederastas, cerca de 200 personas, fueron convocados por el Sumo Pontífice para la reunión extraordinaria, que tiene como primer objetivo que se tome conciencia del fenómeno por más doloroso y dramático que sea. La cita es del 21 al 24 de febrero, en el Vaticano.
“Los invito a orar por esta reunión, que considero un acto de fuerte responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo”, explicó el Papa frente a la multitud reunida en la plaza de San Pedro.
Con esas palabras, reconocía no solo la gravedad sino su preocupación por un fenómeno que mina la credibilidad de la Iglesia en todos los continentes y que ha sido encubierto y negado durante décadas.
“Es el momento de la verdad. Aunque dé miedo y nos humille”, reconoció el arzobispo maltés Charles Scicluna, autor entre otros del informe sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, el fallecido mexicano Marcial Maciel, entre los escándalos más graves por pederastia que ha vivido la Iglesia.
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“El primer paso debe ser reconocer la verdad de lo sucedido”, subrayó Francisco en la misiva en la que exhortaba a los participantes a prepararse para el evento celebrando reuniones personales con víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros del clero.
Consciente de las elevadas expectativas que genera la cumbre, el Papa reconoció que “el problema del abuso continuará” y que la batalla se inicia tomando conciencia del fenómeno, para luego fijar protocolos y seguir la batalla.
“En tres días, no vamos a resolver el problema, pero que se celebre la cumbre ya es una buena cosa”, sostiene Charles Scicluna, quien considera que estos crímenes son sobre todo civiles y que solo con la justicia se pueden reparar.
Desde que estallaron los primeros escándalos hace unos 35 años, la jerarquía de la Iglesia Católica ha tomado una serie de medidas preventivas, adoptado leyes, pedido perdón y lanzado condenas, pero sin lograr que desaparezca la llamada “cultura del encubrimiento”, es decir, la mentalidad de mantener todo en secreto.
“Los obispos tienen que cambiar de actitud; eso es más difícil que cambiar una ley”, reconoció el jesuita alemán Hans Zollner al referirse a los más de 5.000 obispos de la Iglesia Católica.
La reunión, convocada bajo el título de “La protección de los menores en la Iglesia”, genera molestia en algunos sectores, ya que excluye otros abusos como los padecidos por las monjas, inclusive sexualmente, por parte de clérigos.
