De Rafaat a la instalación del “Narcosur”

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SÃO PAULO (Rosa Sulleiro y Natalia Ramos, para AFP). El Primer Comando de la Capital (PCC) dinamitó hace meses las reglas del narcotráfico en Brasil. Lo hizo a lo grande, asesinando con fusiles antiaéreos al “Rey de la frontera” en el límite con Paraguay durante una espectacular emboscada que le dio las llaves del sur.

Ahora trata de imponerse en el norte, pero no hay sitio para todos los que quieren controlar el negocio de la droga en el segundo país con más consumidores de cocaína del mundo.

La ruptura entre el poderoso Primer Comando de la Capital (PCC) de São Paulo y el Comando Vermelho (CV) de Río de Janeiro, las dos mayores facciones del crimen organizado en Brasil, quedó clara la semana pasada con los cuerpos decapitados y desmembrados de centenares de presos en los estados de Amazonas y Roraima.

Según el diario O Estado de São Paulo, las otras 25 facciones que actúan en Brasil tomaron partido por uno u otro grupo.

Una de esas bandas es la local Familia do Norte (FDN), la tercera más poderosa del país, que se alió a los cariocas contra el PCC.

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“El CV utilizaba las rutas del sur que ahora comanda el PCC y tuvo que buscar soluciones en el norte. Allí se unió con la FDN para hacer una ruta alternativa al PCC, que lo que quiere es dominar todo Brasil”, explicó el fiscal Marcio Sergio Christino, especializado en crimen organizado.

La más influyente de las facciones brasileñas, PCC, hace tiempo dejó de ser una banda de presidiarios que exigía mejoras en las hacinadas cárceles, sino que son caldo de cultivo para estos grupos criminales.

“El PCC es una organización muy sólida, jerárquica, con reglas muy definidas y una división clara de tareas y funciones”, explicó Sergio Adorno, coordinador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de São Paulo.

En tanto, el Comando Vermelho ya no es lo que era, entre las décadas de 1980 y 1990. A diferencia del PCC paulista, el CV no es tan organizado ni tiene una vocación hegemónica, sostiene el procurador de Justicia de la fiscalía carioca, Alexander Araújo.

Más allá del asesinato del narcotraficante Rafaat, este fiscal considera que el origen de la actual guerra entre el PCC y el CV comenzó cuando grupos menores de Río se unieron a los paulistas facilitándoles el acceso a enclaves emblemáticos.

“Narcosur”

Como parte de las redes de narcotráfico, las facciones criminales no son un problema solo de Brasil. Con 17.000 kilómetros de fronteras, en algunos trechos muy porosas, el mayor país de América Latina es un punto clave en el comercio mundial de la droga.

“El PCC consiguió ser el primer cartel brasileño de tráfico internacional, el ‘Narcosur’ como le llamamos, que envuelve Bolivia, Paraguay y Brasil”, afirmó el fiscal Christino.

Algunos investigadores señalan que los grupos brasileños ya buscan acercarse a los capos del narco en Colombia con la ventaja de ofrecer una de las rutas más importantes del tráfico internacional de drogas.

Pero antes tienen que ganar la guerra en casa.