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El nuevo patrón del kilo, una fórmula matemática aprobada por la comunidad científica en noviembre pasado para sustituir al cilindro de platino e iridio guardado en Francia desde hace 130 años, entró en vigor, con motivo del Día Mundial de la Metrología.
El kilo se define a partir de ahora con el valor numérico de la constante de Planck, un valor físico fundamental de la naturaleza que relaciona la energía de un fotón con su frecuencia.
La definición del kilo había dependido hasta ahora del cilindro metálico denominado “Gran K”, cuyo original se conserva desde 1889 en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, por sus siglas en francés) en Sevres, cerca de París.
No obstante, los científicos constataron que la masa de este prototipo internacional había variado, de forma muy ligera, en comparación con otras seis copias realizadas a finales del siglo XIX de este mismo cilindro, compuesto a través de platino e iridio.
La variación del peso de la “Gran K” resultaría anecdótica para la mayoría de las personas, pero suponía un problema para la ciencia y la industria inmersas en la era de lo increíblemente minúsculo, sobre todo gracias al desarrollo de la tecnología cuántica.
Alertados por las variaciones en ese patrón, detectadas por la comunidad científica, se pensó en sustituir el objeto sólido por la fórmula matemática, que resulta más fiable.
La resolución fue aprobada por unanimidad de los delegados de los 60 Estados Miembros de la BIPM el 16 de noviembre de 2018, tras tres días de debate.
Junto al kilo, los científicos también revisaron el amperio (unidad de corriente eléctrica), el kelvin (unidad de temperatura) y el mol (unidad utilizada para expresar la cantidad de sustancia).
No obstante, además de su importancia histórica, el “Gran Kilo” poseerá todavía una utilidad científica, ya que puede servir para estudiar las variaciones en su masa, y los motivos de las mismas.
La Conferencia general de pesos y medidas (CGPM) fue creado a finales del siglo XIX y que se reúne cada cuatro o seis años.