El tercer pontífice que visita Auschwitz y el primero que no vivió la guerra en Europa, entró andando al campo, pasando por las puertas de hierro bajo el tristemente célebre cartel de “Arbeit Macht Frei”: “El trabajo los hará libres” en alemán.
Visiblemente conmovido ante la visión de las torres de vigilancia de madera, las cercas con alambres de púas y las barracas de los reclusos, se sentó para rezar en silencio ante los pabellones y dentro de una de las celdas.
Francisco dijo antes del viaje que decidió que no haría declaraciones, ya que el silencio era la mejor forma de rendir homenaje a las víctimas.
Más tarde, pasó algunos minutos saludando en voz baja a 11 sobrevivientes de Auschwitz, a los que besó en ambas mejillas.
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El Papa escribió en castellano en el libro conmemorativo de Auschwitz: “Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón por tanta crueldad”.
