La nota dice sobre el citado ciudadano residente en Asunción, que sobre el papel es un curtido militar, agente de inteligencia fogueado en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de España, así como que fue capitán en uno de los cuerpos de élite del Ejército, la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión (BOEL), y que también figura en su currículum que es formador de vigilantes acreditado por la Policía Nacional.
Sin embargo, todo aquello es falso, “según ha comprobado El País”, refiere el trabajo de investigación efectuado por Joaquín Gil y José María Irujo.
El texto refiere que Menargues “ha burlado las garras de la justicia española y se ha desmarcado de un pasado que le conecta con uno de los más oscuros capítulos de la Transición: las tramas negras ultraderechistas”.
El 30 de octubre de 1984, en la Audiencia Nacional el juez Gonzalo de la Concha dictaba una sentencia contra Menargues, alias el Karateca, que lo condenaba a 14 años de prisión por tres robos con intimidación y un delito de lesiones cometidos en Valencia en 1980.
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La investigación periodística señala que los actos por los que fue sentenciado son, en apariencia, delincuencia común, pero que hay un detalle: con Menargues fueron penados en la misma causa una veintena de camaradas del Frente de la Juventud (FJ).
“Este grupo de veinteañeros –en aquella época– emergido de Fuerza Nueva agitó la violencia como bandera y protagonizó asaltos y secuestros para financiarse. Sus comandos perpetraron tres asesinatos y decenas de atentados. Uno de ellos fue el envío de la carta-bomba que mató en 1978 al conserje de este periódico (El País) Andrés Fraguas, de 19 años. La explosión también arrancó la mano izquierda a su compañero Juan Antonio Sampedro”, explica el artículo.
Dice después la nota que el citado ultra decidió huir de España para eludir la cárcel, al aprovechar que el juez le había dejado en libertad provisional hasta que el Tribunal Supremo resolviera su recurso.
Menargues respondió a los periodistas de El País desde su móvil en su casa de Asunción, el 24 de abril. “Cuenta Menargues que en 1986 aterrizó en Paraguay. Bajo el manto protector del fallecido general Alfredo Stroessner y una telaraña de empresarios nostálgicos del Franquismo, el país se había convertido en un hervidero de prófugos ultras”, refiere el artículo. Menargues dijo a los periodistas que hoy carece de deudas con la justicia porque las tres órdenes de busca y captura internacionales cesaron por prescripción de sus delitos, lo cual confirmó El País, indica.
El “ultra” afirmó también que el currículum que le otorga los citados conocimientos y aptitudes como experto antiterrorista no lo hizo él. El documento fue enviado a una multinacional de seguridad, y según pudo averiguar El País, fue fabricado por un tercero para perjudicarle. No quiso hablar de su actividad profesional en el Paraguay, expresa la nota.
Con su fuga, solo cumplió 18 meses de cárcel, el tiempo que permaneció en prisión provisional antes de ser condenado por la Audiencia Nacional. Se libró así de 12 años de reclusión, expresa el artículo.