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Ayer, durante su audiencia de confirmación ante el Congreso estadounidense, el futuro director de la CIA, Mike Pompeo, vivió un momento incómodo, ya que fue designado para dirigir la más célebre de las agencias de inteligencia por un presidente electo que se burló de ella.
Pompeo intentó reducir la brecha entre el presidente electo y las agencias de inteligencia de Estados Unidos, diciendo que acepta sus hallazgos sobre el “hackeo” ruso y que siempre “les respaldará”.
Trump los había acusado públicamente de estar detrás de la difusión por la prensa de un informe no verificado que evoca sus presuntos vínculos con Rusia y otras informaciones de supuesto contenido sexual.
Christopher Steele sería el autor del “dossier” supuestamente comprometedor que los rusos habrían recopilado sobre Trump. Es un exagente del Servicio Secreto británico (MI-6). Tras dejar la agencia, Steele suministró a la FBI información sobre la corrupción en FIFA, rector del fútbol internacional.