FF.AA. bolivariana trafica alimentos que “dejan más que las drogas”

La enorme carestía de alimentos en Venezuela está ligada a la inoperancia de las productoras estatizadas y a la corrupción generalizada en la importación de esos productos, según revela una investigación de la Associated Press, publicada en el diario argentino Clarín, que reproducimos en parte, donde se describe la operación que en ese país se encuentra en manos de las poderosas fuerzas militares, sostén del régimen chavista,

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El fallecido presidente Hugo Chávez ya había dotado a los mandos militares de gran poder económico, para asegurarse su lealtad, dotándoles de la administración de empresas clave en el país, entre ellas las de alimentos.

Chávez creó el Ministerio del Poder Popular para la Alimentación en 2004 para aumentar el control militar sobre estos productos.

Su gobierno nacionalizó y luego descuidó granjas y fábricas, y la producción doméstica se secó.

Cuando el precio del petróleo se derrumbó en 2014, el Gobierno ya no tenía recursos para importar todo lo que necesitaba el país.

Cuando el hambre hizo salir a las calles a miles de venezolanos el verano pasado, el actual gobernante, Nicolás Maduro, terminó de entregar a los generales el poder total sobre la comida.

Más que las drogas

Ahora que partes del país están al borde de la hambruna, el tráfico de alimentos se ha convertido en un gran negocio en Venezuela.

Y las Fuerzas Armadas están en el corazón de todo, según documentos y entrevistas con más de 60 funcionarios, propietarios de empresas y trabajadores, entre ellos cinco exgenerales.

“Ahora la comida da más que la droga”, dijo el general retirado Cliver Alcalá, quien ayudó a supervisar la seguridad fronteriza.

Encubrimiento

El informe anual del Ministerio de Alimentación muestra sobrepagos significativos en general. La Asamblea Nacional, de mayoría opositora, votó por censurar por corrupción al general Rodolfo Torres, ministro de Alimentación. Maduro lo rechazó y dijo que intentaban perjudicar al ministerio.

El control militar sobre los alimentos vuelve menos probables las sublevaciones de soldados hambrientos, pero reduce el suministro de comida a la población.

Ante esta corrupción, los tres principales vendedores de alimentos de Estados Unidos han dejado de vender directamente al Gobierno.

Empresas fantasma

Algunos contratos terminan en empresas fantasmas sin experiencia en el sector.

Una de ellas es Atlas Systems International –registrada en Panamá– tiene todas las características de una compañía fachada, por ejemplo sin activos conocidos y una estructura de accionistas difícil de descifrar.

Otro proveedor gubernamental de alimentos, JA Comercio de Géneros Alimenticios, tiene en su sitio web una dirección inexistente en una ciudad cerca de São Paulo, Brasil.

Las dos compañías transfirieron más de 5 millones de dólares a una cuenta de Ginebra controlada por los cuñados del entonces ministro de Alimentación, el general Carlos Osorio, en 2012 y 2013, según documentos bancarios e internos que vio la AP.

Sobornos desde el puerto al mercado

El Gobierno, de vez en cuando arresta a funcionarios de menor rango acusados de robar comida del pueblo.

Pero, la corrupción persiste desde el puerto hasta los mercados, según decenas de personas que trabajan en Puerto Cabello, a donde llegan la mayoría de los alimentos importados.

Los oficiales a veces dejan a los barcos esperando en el mar hasta que se les paga, según un estibador que habló anónimamente porque temía perder su trabajo.

El estibador dijo que los clientes le dan sobres de dólares para que se los entreguen a los militares para que sus barcos puedan atracar.

Después de que la mercancía se descarga, los agentes de aduanas toman su parte. Los funcionarios inician el proceso de nacionalización de los bienes hasta que se les paga el equivalente a un salario mínimo mensual, según cuatro empleados de aduanas.

“Es una cadena continua de corrupción desde que los alimentos llegan en barco llega hasta que los transportan en camiones. Al final es el cliente el que paga”, señaló Luis Peña, director de operaciones del importador Premier Foods, con sede en Caracas.

Alimentos podridos

Los alimentos echados a perder son un problema a pesar de que 90% de los venezolanos dicen que no tienen suficiente dinero para comida.

La solicitud de coimas retrasa los embarques y provoca que la comida termine echándose a perder.

Cuando esto pasa, los militares tratan de deshacerse de ella discretamente.

El invierno pasado, Daniel Arteaga, un operador de grúas en Puerto Cabello, vio cómo empleados estatales enterraban cientos de contenedores de pollo, carne y granos podridos. “Enterraron tantos contenedores de pollo y de carne mientras uno tiene que hacer su cola todas las semanas, y solo te dan un pollo”, agregó.

“Me hizo sentir triste, porque el Gobierno preferiría perder esta comida en vez de regalarla o venderla”, comentó Arteaga.

Al final de la cadena alimentaria, algunos soldados venden alimentos básicos directamente a los negocios.

El panadero José Ferreira hace dos cheques por cada compra de azúcar en la ciudad de Valencia: uno por el precio oficial de 2 centavos la libra y otro por el soborno de 60 centavos por cada libra. Ferreira guarda copias de ambos cheques en sus libros, y los vio la AP.

En Puerto Cabello, Pedro Contreras, de 74 años, caminaba en medio del tráfico en una tarde reciente para barrer granos de maíz que caían de los camiones, para cocinarlos luego.

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