El transporte, los alimentos (subieron más del 60% en un año) y educación fueron los sectores más perjudicados en comparación con marzo de 2018, un periodo en el que gran importancia han tenido también los aumentos en las tarifas de los servicios públicos como la electricidad, el agua y el gas que el Ejecutivo de Mauricio Macri impulsa desde 2016.
La alta inflación que registra Argentina, en 2018 fue del 47,6% acumulado, la cifra más alta desde 1991, se da en el marco de la recesión económica iniciada en el segundo trimestre 2018, año en que la actividad cayó un 2,6%, uno de los peores datos en años.
Los problemas se originaron cuando a finales de abril de 2018 el peso argentino comenzó a caer ante el dólar.
Argentina, que depende de los capitales externos, sufrió en gran medida una salida de inversores, a la que se juntó una fuerte sequía que perjudicó seriamente a la producción agropecuaria.
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El peso se devaluó en un año más del 50%, y por el impacto que esto tuvo en productos que se consideran dolarizados, como la energía, influyó en la aceleración de la inflación, que hasta el momento de desencadenarse la crisis ya venía siendo uno de los mayores problemas del Gobierno de Macri.
