“Se tiende a pensar que cuando uno necesite una transfusión siempre tendrá sangre disponible, pero la verdad es que el personal médico vive permanentemente preocupado por el suministro”, dijo el presidente de Megakaryon, Genjiro Miwa, en la oficina que la compañía tiene en el Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Tokio.
Miwa pretende que para el año 2020 Megakaryon fabrique en serie –a partir de material genético que puede conservarse congelado por tiempo ilimitado– concentrados de plaquetas y espera que en el futuro la empresa pueda hacer lo mismo con otras células sanguíneas.
Por medio de métodos descubiertos hace casi una década que permiten generar plaquetas o glóbulos rojos a partir de células madre iPS, la empresa trabaja ahora con corporaciones del sector farmacéutico o químico o la Universidad de Harvard de cara a refinar un sistema de producción industrial rentable.
La idea es poder comenzar a suministrar en cuatro años productos basados en plaquetas sin necesidad de donaciones, base del actual modelo global de transfusiones.
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Este sistema, en vigor desde que el austríaco Karl Landsteiner descubriera los tipos sanguíneos por antígenos en 1900, presenta desde entonces tres grandes problemas, empezando por el del suministro estable.
Puesto que plaquetas y glóbulos rojos solo pueden sobrevivir almacenados un máximo de 5 y 42 días, respectivamente, el flujo continuo de donaciones es actualmente la única manera de mantener los bancos abastecidos.
Las iPS son células maduras –y se obtienen, por ejemplo, de una muestra de piel– que al ser reprogramadas pueden convertirse en cualquier tipo de célula.