A pesar de las críticas, las purgas continúan en el país, con la emisión de órdenes de arresto contra cerca de 300 miembros de la guardia presidencial y la anulación de 10.856 pasaportes de personas ya detenidas o en riesgo de fuga.
Anoche, el presidente Recep Tayyip Erdogan se reunió con el jefe de los servicios de inteligencia (MIT), Hakam Fidan, todopoderoso hasta hace ahora una semana, pero debilitado en estos momentos. De la reunión no se ha filtrado nada. Aunque el primer ministro, Binali Yildirim, criticó de nuevo a los amotinados, a los que calificó de “monstruos”, apuntó a los servicios de seguridad, especialmente al MIT.
Yildirim aseguró que supo del golpe en curso 15 minutos después de su inicio, por los guardaespaldas, conciudadanos y amigos. “Es decir que, antes de esto, no habíamos recibido ninguna información importante de la amenaza, sobre lo que ocurría”, declaró.
Tras reconocer “graves fallos de información”, el viceprimer ministro Numan Kurtulmus dijo desconocer todavía quién organizó el golpe sobre el terreno.
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Según un balance comunicado por el dictador Erdogan, siguen arrestados 10.410 militares, jueces y funcionarios, mientras que otras 4.060 personas permanecen en prisión preventiva.
Turquía decretó el estado de emergencia y, además, suspendió temporalmente la Convención Europea de Derechos Humanos.
