Castro, un dictador que mantuvo a su país sometido por casi medio siglo y responsable del mayor genocidio de América, murió el pasado viernes, a los 90 años.
Ambos gobernantes socialistas han tomado el testigo del dictador cubano a la hora de demonizar a los Estados Unidos, el “conspirador imperio”, como culpable de todos los males que aquejan a sus países.
A los mandatarios venezolano y boliviano se sumó el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien también alertó de que el continente americano se enfrenta a “nuevas tormentas”; una idea en la que incidieron los otros líderes de la llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Castro fue un aliado estrecho de los gobiernos de izquierda que llegaron al poder por las urnas a finales de los 90 y principios de esta década. Hoy, esa tendencia parece haber entrado en declive tras reveses en Argentina, Paraguay y Brasil, y las dificultades que enfrenta en Venezuela.
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En las primeras horas de ayer salió una caravana con las cenizas de Fidel Castro, que recorrerá 13 de las 15 provincias antes de su llegada a Santiago de Cuba, el domingo 4.
El recorrido marcará la ruta a la inversa de la “revolución” que encabezó el fallecido guerrillero hace más de medio siglo tras la caída de Fulgencio Batista.
Entre tanto, los cubanos anticastristas siguen festejando en Miami la desaparición del dictador, quien a lo largo de sus casi 50 años de gobierno no permitió la disidencia ni libertades plenas.
