EL CAIRO (ANSA). El atentado, informó la autoridad de ambulancias local, se produjo en la localidad de Al Adua, una zona con una gran cantidad de fieles de la Iglesia Ortodoxa Copta, a la que adhiere el 8% de los 92 millones de egipcios.
El papa Francisco mostró su dolor por el ataque.
En un telegrama enviado por el cardenal Pietro Parolinal mandatario egipcio, el Pontífice expresó su sincera solidaridad a todas las personas víctimas del “violento ultraje”, en particular, “a aquellos niños que perdieron la vida”.
Las autoridades confirmaron que son 28 los muertos, entre ellos dos niños, y 23 los heridos.
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Por su parte, el exvocero de la Iglesia Ortodoxa Copta, Anaba Ermya, sostuvo que son 35 las personas que perdieron la vida.
Hasta el momento nadie se ha adjudicado el atentado que, sin embargo, parece tener la firma de Estado Islámico, que desde diciembre pasado atacó a esta comunidad egipcia en reiteradas oportunidades.
Esta vez, el terrorismo yihadista vuelve a golpearlos cuando se acerca el inicio del Ramadán.
Los coptos se dirigían a visitar un monasterio cuando fueron atacados.
Disparaban y filmaban
Según informaron funcionarios de seguridad, una decena de asaltantes a bordo de tres vehículos utilitarios, con el rostro cubierto, algunos con uniforme militar, les tendieron una emboscada: se hallaban ocultos en una colina cercana y cuando pasó el bus, subieron a bordo y comenzaron a disparar a mansalva, mientras uno de ellos filmaba la masacre.
El presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, declaró el estado de emergencia y el ataque fue condenado por Israel, Hamás y la Unión Europea.
La última matanza contra los coptos tuvo lugar el Domingo de Ramos cuando yihadistas asesinaron a 47 personas en dos iglesias en Tanta y Alejandría.
Un ataque anterior, en diciembre de 2016, durante una misa al este de El Cairo, habría dejado 49 muertos.
Ante el nuevo atentado, Dar al Iftaa, la autoridad egipcia que emite los edictos religiosos (fatwa), canceló las celebraciones previstas ayer, en la víspera del inicio del Ramadán.
El Gran Mufti, Shawqi Allan, jefe de Dar al Iftaa, condenó el atentado.
Se refirió al ataque como una “vil operación terrorista conducida por extremistas contra un grupo de hermanos y hermanas cristianos”.
