SÃO PAULO (AFP y EFE). Las protestas contra la Mandataria izquierdista, blanco de un procedimiento de impeachment en el Congreso por maquillar las cuentas públicas, reunieron a unas 48.000 personas según la policía y a 372.000 según los organizadores en 39 ciudades, informó el portal G1 de Globo.
La presidenta Dilma Rousseff afronta en un juicio político con miras a su destitución que comenzó el pasado martes en la Cámara baja, pero que en estos momentos se encuentra suspendido a la espera de que este miércoles, día 16, la Corte Suprema se pronuncie sobre los procedimientos necesarios para llevarlo a cabo.
Los cargos se fundamentan en una serie de maniobras fiscales que el Gobierno llevó a cabo en 2014 y continuó en 2015 con el fin de maquillar sus cuentas. Estas maniobras podrían llegar a ser considerados delitos de responsabilidad, contemplado en la Constitución.
Aunque gran parte de la población está harta de la corrupción y Brasil atraviesa la peor recesión económica en décadas, la inflación supera el 10% y el desempleo crece, esta cuarta protesta contra Rousseff no igualó las cifras de las anteriores manifestaciones, que de acuerdo a la policía juntaron 2,4 millones el 15 de marzo y a cientos de miles el 12 de abril (701.000) y el 16 de agosto (879.000).
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Los organizadores justifican la menor asistencia de esta vez en que solo convocaron la marcha hace unos 15 días. “La de hoy es una señal de que la población está volviendo a las calles, que está muy atenta al proceso de impeachment”, dijo a AFP el coordinador nacional del Movimiento Brasil Libre, Kim Kataguiri, durante la marcha en São Paulo. “Hoy vamos a fijar la fecha de la próxima manifestación, que será el año que viene”, aseguró.
Las cifras de asistencia en São Paulo no coinciden entre las distintas organizaciones que convocaron a la protesta, que hablan de 50.000 hasta 500.000 personas. Periodistas de la AFP estiman que fueron 50.000. En la céntrica avenida Paulista, los manifestantes exigían la salida del poder de la gobernante de izquierda de 67 años que tiene 10% de popularidad a menos de 1 año de comenzar su segundo mandato.
“Estar aquí hoy es muy importante para que Brasil se libre de un proyecto criminal, que usa el dinero de la corrupción en las estatales para comprar votos de los congresistas. Ellos se venden por dinero y perpetúan la corrupción en el poder”, dijo el ingeniero Ricardo Santos.
En Brasilia, unos 6.000 manifestantes marcharon al Congreso y en Río de Janeiro unas 80.000 personas –según los organizadores– desafiaron al intenso calor del mediodía para reclamar la salida de Rousseff, frente a la playa de Copacabana.
