En 2005: cuatro atentados suicidas coordinados en momentos de gran afluencia en tres ramas del metro y un autobús dejaron 56 muertos, entre ellos los cuatro kamikazes, y 700 heridos. Un grupo integrante de Al Qaida reivindicó estos ataques.
En 2007: un coche bomba se precipitó contra el aeropuerto de Glasgow (Escocia), al comienzo de las vacaciones escolares, sin explotar. Ese mismo año dos coches Mercedes Benz repletos de bidones de gasolina y clavos fueron descubiertos estacionados cerca de Piccadilly Circus, en el corazón de Londres. Un problema de conexión en el dispositivo detonador impidió que los coches explotasen, según los investigadores.
En 2013: muerte de un soldado en Londres. Uno de los asesinos declaró que quisieron vengar a “los musulmanes muertos por soldados británicos”.
En 2015: estación de Leytonstone. Un kamikaze hirió a dos personas. Fue dos días después de los primeros ataques aéreos británicos contra Estado Islámico (EI) en Siria.
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En 2017: el puente de Westminster. Un hombre embistió con su coche a los transeúntes que paseaban cerca del Parlamento, antes de matar a un policía que custodiaba el edificio, dejando en total cinco muertos, además del agresor, que fue finalmente abatido.
En Europa
En el continente se han producido otros ataques de grupos extremistas.
En 2015: el atentado al diario satírico Charlie Hebdo por parte de un comando terrorista asesinó a 12 personas.
En 2016: unas 32 personas murieron al estallar dos bombas en Bélgica. Ese mismo año, pero en Alemania, un camión atropelló el mercado navideño en Berlín y mató a 12 personas. También en 2016 en Niza un ataque yihadista durante las celebraciones por el Día Nacional de Francia dejó 84 personas muertas.
En 2017: en Suecia un camión chocó a peatones, mató 4 personas y dejó numerosos heridos.