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Él y otros sacerdotes son acusados de “golpistas” por el gobierno.
Báez le manifestó al papa que Nicaragua “es un país secuestrado” y que existen “poderes fácticos dominados por la mentira, la injusticia, la represión y la ambición”.
“Yo no he pedido salir de Nicaragua, quiero dejar claro que mi corazón ha estado siempre aquí en mi tierra, expresó y luego relató que le comentó al pontífice que su vida ha estado continuamente amenazada, sin que eso le impida realizar “críticas constructivas” sobre la situación del país.
Reveló que la embajada de EE.UU. lo llamó para informarle que tenían “plena certeza de que había un plan” para asesinarlo.