BRASILIA (AFP). El directorio del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) decidió por aclamación “la inmediata salida del Gobierno con entrega inmediata de cargos”, en una reunión de un centenar de líderes en Brasilia, que duró menos de tres minutos.
“¡Brasil presente, Temer presidente!”, gritaron los dirigentes leales a Temer, que asumiría el poder si Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), es destituida por presunto maquillaje de las cuentas públicas.
Rousseff, que tenía en su gabinete siete ministros del PMDB, perdió el primero el lunes: Henrique Alves, de Turismo, quien argumentó que el tiempo del diálogo “se agotó”.
Una fuente del PT indicó que tres ministros podrían decidir permanecer en el gabinete.
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La partida del PMDB representa un nuevo golpe para la impopular Mandataria de izquierda, que se vio forzada a aplazar un viaje a Washington, donde mañana y el viernes debía participar en una cumbre de seguridad nuclear.
La oposición se dijo dispuesta a dar un apoyo “político” a un eventual gobierno de transición al mando de Temer, un abogado constitucionalista de 75 años, hasta ahora con poca proyección nacional.
“El gobierno de Dilma terminó. La salida del PMDB cierra la tapa del ataúd de un gobierno moribundo”, afirmó el líder de la oposición, el socialdemócrata Aecio Neves, derrotado en las elecciones de 2014 por Rousseff por estrecho margen.
El PMDB tiene la mayor bancada en el Congreso, con 69 diputados y 18 senadores, clave para Rousseff para frenar el proceso de destitución.
Tanto Rousseff como su predecesor Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) denuncian el “impeachment” como una tentativa de “golpe de estado” institucional, sin bases jurídicas.
La principal economía latinoamericana enfrenta una severa crisis, que se alimenta de los escándalos de corrupción de la estatal Petrobras y de una recesión de dimensión histórica, a cuatro meses de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
El caso Petrobras salpica a casi todo el arco político.
Lula es investigado por presunta ocultación de bienes y el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, un acérrimo opositor de Rousseff, fue inculpado de corrupción pasiva y lavado de dinero. Los nombres de Temer y Neves aparecen citados en denuncias de otros investigados, aunque ambos niegan cualquier implicación en ese colosal esquema de sobornos.
