QUITO (AFP y EFE). El presidente Rafael Correa indicó que su partido Alianza País quedó a “medio punto de ganar en una sola vuelta” la presidencia.
Además, dijo que será “fácil de derrotar” en segunda vuelta (será el próximo 2 de abril) a la oposición, por sus propuestas carentes de sustento constitucional.
Por otra parte, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de este país confirmó ayer que ninguno de los ocho aspirantes a la Presidencia obtuvo los votos suficientes en los comicios del domingo, por lo que convoca a segunda vuelta entre los dos más votados: el oficialista Lenín Moreno y el opositor Guillermo Lasso.
En una cadena nacional, el presidente del CNE, Juan Pablo Pozo, señaló que con el cien por cien de las actas de escrutinio procesadas, Moreno alcanzó el 39,33 por ciento, mientras que Lasso el 28,1 por ciento.
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En estas elecciones están en juego dos modelos opuestos: El del candidato oficialista Lenín Moreno, que fue vicepresidente del mandatario saliente entre 2007 y 2013, representa el continuismo con un sistema que combina un disparado gasto social con altos impuestos y elevado endeudamiento, frente al de Lasso, afín a fomentar la inversión extranjera y bajar los impuestos para estimular el consumo y la producción nacional.
Analistas advierten que esta segunda vuelta electoral complicaría mucho el panorama al correísmo –en el poder desde hace 10 años– desgastado por la delicada situación económica producto de la debacle en los precios del petróleo y a las crecientes denuncias de corrupción que ensombrecieron la campaña.
Además, la economía ecuatoriana se habría contraído un 1,7% en el 2016.
En un balotaje, la oposición, encarnada por partidos de derecha y descontentos con la gestión de Correa, podría hacer un frente común a pesar de que llegó dividida a estos comicios.
La exasambleísta de derecha Cynthia Viteri, tercera en el conteo presidencia ya pidió el voto para Lasso.
Un triunfo de Lasso sería además un nuevo revés para la izquierda latinoamericana, muy golpeada tras el giro en Argentina, Paraguay, Brasil y Perú. Todavía quedan los socialistas en Venezuela, Nicaragua y Bolivia.