WASHINGTON (ANSA, EFE). El presidente Donald Trump imprimió un cambio al tradicional rumbo de Estados Unidos hacia el libre comercio al romper el Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), que sería la mayor zona de libre comercio del mundo y reúne a otros once países que concentran casi el 40% del comercio mundial: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, ferviente defensor del tratado, admitió a fines de 2016 que sin EE.UU. el TPP “no tendría sentido”.
Durante la campaña presidencial, Trump había calificado al TPP como “desastre potencial” para su país. La determinación de la Casa Blanca descoloca a legisladores republicanos y a empresarios que hacen del libre comercio un dogma.
Para el senador republicano y excandidato presidencial John McCain este decreto es “un error grave” con “consecuencias duraderas para la economía estadounidense” y la “posición estratégica” del país en Asia-Pacífico.
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La decisión “ofrece a China la oportunidad de reescribir las reglas económicas en detrimento de los trabajadores estadounidenses”, dijo McCain.
El acuerdo, concebido como contrapeso a China, fue considerado por la administración del expresidente Barack Obama como el mejor tratado, porque incluye no solo la eliminación de barreras comerciales, sino también normas sobre legislación laboral, ambiente, propiedad intelectual y compras estatales.
En contrapartida, Trump había afirmado que los acuerdos comerciales firmados por EE.UU. había provocado una salida de industrias hacia otros países, dejando un rastro de desempleo en su país.
Conquista china
Segunda potencia económica mundial a la que Trump acusa de prácticas comerciales desleales y amenaza con aplicarle represalias, China está tentada a llenar el vacío que deja Estados Unidos.
Desde que Trump ganó las elecciones, el presidente chino Xi Jinping se presenta como el campeón del libre comercio y ha propuesto un par de tratados multilaterales.