WASHINGTON (AFP). Para los demócratas –que perdieron las elecciones pasadas con el liderazgo de Hillary Clinton y que todavía están digiriendo el nombramiento del ultraderechista Steve Bannon como principal estratega y asesor de Trump– estas últimas tres nominaciones resultan inquietantes por la línea dura que representan estas figuras y con quienes pretende el futuro presidente electo dirigir temas referentes a terrorismo e inmigración.
Los tres nombrados no están exentos de polémicas por su pasado o perfil, aunque, se sumarán al Gobierno no para defender sus ideas, sino las del magnate.
Donald Trump nombró al frente del Departamento de Justicia al senador Jeff Sessions, de 69 años, partidario de adoptar un perfil extremadamente duro ante la inmigración ilegal, uno de los ejes centrales de la campaña del republicano. Décadas atrás, Sessions causó una gran polémica por sus propuestas racistas. “Aspiro a cumplir plenamente con mis deberes con una dedicación inquebrantable por la justicia y la imparcialidad”, dijo el senador.
El general retirado Michael Flynn, de 58 años, será el asesor de Seguridad Nacional, cargo actualmente ocupado por Susan Rice. Entre 2012 y 2014 dirigió la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por sus siglas en inglés), periodo durante el que fue criticado por sus declaraciones hostiles contra el islam.
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Flynn también es conocido por su postura conciliadora hacia Rusia, un país ante el cual el presidente saliente Barack Obama ha pedido a Trump “hacer frente”.
Al frente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) al congresista por Kansas Mike Pompeo, quien llegó a la Cámara de Representantes como parte del “Tea Party”, el ala ultraconservadora del Partido Republicano.
