Venezuela, atrapada en un perverso pulso de fuerzas

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Del vértigo por el surgimiento del opositor y presidente interino Juan Guaidó y su promesa de sacar rápidamente del poder al dictador Nicolás Maduro, Venezuela ha pasado a un pulso de fuerzas en el que los militares y Estados Unidos marcan la pauta.

CARACAS (AFP). Las masivas concentraciones convocadas por Guaidó tras jurar como presidente interino, el 23 de enero, perdieron fuerza luego del fallido levantamiento militar que lideró contra Maduro el 30 de abril.

Ahora el jefe del Parlamento realiza actos por el interior con menos impacto mediático –en un país donde el chavismo mantiene la hegemonía comunicacional–, aferrado al reconocimiento de unos 50 países liderados por EE.UU.

Asfixiado por los castigos de Donald Trump, que agravan el desastre económico del país con la mayor reserva petrolera, Maduro ha apelado a su vasto poder institucional –con los militares a la cabeza– para debilitar a Guaidó.

Un parlamentario opositor preso y 14 refugiados en sedes diplomáticas o en la clandestinidad deja la ofensiva judicial por los hechos del 30 de abril, que Maduro denunció como un intento de derrocamiento y confirmaron fisuras en la Fuerza Armada.

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“Su gobernabilidad está pulverizada y su posibilidad de mantenerse en el poder está restringida a la fuerza y la represión”, señaló el presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León.

“Equilibrio destructivo”

En vano, Guaidó y Estados Unidos han llamado hasta el cansancio a los militares a darle la espalda a Maduro, quien les sigue otorgando amplios poderes y tiene en ellos su pilar.

Así, Maduro, sin margen para detener la hemorragia económica, y Guaidó, sin fuerza para sacarlo, se encuentran en una paridad en medio de la cual las condiciones de vida se deterioran sin cesar.

“Ambos sectores se debilitan y podríamos llegar a un equilibrio destructivo donde nadie termina con el otro, pero sí con el país”, comentó León.

Pero lo grave para la región, que acoge a los refugiados, es que se prevé una nueva ola migratoria que engrosaría los 4 millones de venezolanos que –según la ONU– han escapado de la crisis.

A mediados de mayo, los dos bandos aceptaron un diálogo exploratorio con la mediación de Noruega, que incluyó un cara a cara entre sus delegados. Guaidó sostiene que toda mediación debe conducir a la salida de Maduro y a nuevas elecciones; el líder socialista, apoyado por Rusia y China, amenaza con anticipar las legislativas para dejar a la oposición sin el único poder que controla.

Deterioro

Guaidó enfrenta presiones de un sector opositor que le pide a gritos que autorice una intervención militar, una opción con la que amenaza EE.UU.

Desde que se juramentó ante una multitud, el opositor tampoco excluye esa posibilidad y garantiza que Maduro saldrá este año “por las buenas o por las malas”.

Pero una acción armada no parece sencilla considerando que Trump buscará la reelección en 2020, en la que el voto hispano puede ser clave, y que los países de la región se oponen ante el riesgo de verse involucrados.

“Para Trump, un empate en Venezuela es tan bueno como una victoria. Un estancamiento prolongado le permitiría señalar (en campaña) el desastre del país como evidencia de que el ‘socialismo’ no funciona e intentar estigmatizar así a los demócratas progresistas”, considera David Smilde, experto en Venezuela del centro de investigación WOLA, con sede en Washington.

León vislumbra un mayor deterioro económico y debilitamiento de las partes, antes de que por fin se convenzan de que la salida es negociada, lo cual “pasará siempre por el sector militar”.