Arrecian asaltos de delincuentes en dos ruedas

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La modalidad delictiva de los “motoasaltantes” o “motochorros” comenzó en el Cono Sur a principios de 2005 e inmediatamente repercutió en Paraguay, en coincidencia con el gran despegue de comercialización de motocicletas, favorecidas por los altos costos de combustible, el auge en la fabricación nacional de este tipo de vehículos y la oferta muy accesible para su adquisición. Pero también trajo la propagación de hechos punibles ligados a estos maleantes, a tal punto de que su actividad delincuencial se ha convertido en el delito urbano que más afecta y preocupa a la gente.

El Observatorio de la Organización “Socorro”, que viene monitoreando toda esta situación, elevó su preocupación y alarma, planteando en algún momento un proyecto para frenar el desarrollo de este flagelo que podría representar en un futuro cercano con consecuencias muy graves para la ciudadanía.

Lamentablemente, una vez más, las autoridades de aquel entonces dieron la espalda para no abortar la problemática que se avecinaba, señala la organización.

La entidad que coordina a víctimas de la delincuencia informó que desde 2008 hasta el presente año se ha conformado la mayor cantidad de bandas que ingresaron al mundo delictivo, dejando en su trajinar un tendal de asesinados, heridos, víctimas traumadas por la experiencia vivida y también las perjudicadas económicamente.

“Se ensayaron e improvisaron un conjunto de medidas que jamás dieron sus frutos por no contar con un diagnóstico real, dándole solo un tratamiento policial en lugar de visualizar la verdadera voluntad política de los distintos gobiernos, es decir, de los tres poderes del Estado. Vale decir, con una política de seguridad ciudadana integral y abordando la problemática en su conjunto, con una estrategia planificada”, indica el informe.

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Entre los hechos delictivos que están íntimamente ligados a esta modalidad delictiva figuran el robo de las motocicletas, el desarme y comercialización de sus piezas, la utilización de los biciclos robados para la actividad de los “motochorros” y la venta de los celulares robados, en este último caso favorecida por la existencia de un mercado público.

Reincidencia

Un dato llamativo de las estadísticas presentadas por la entidad da cuenta que prácticamente la totalidad de los “motochorros” son reincidentes, es decir, ya pasaron en alguna ocasión por un centro de reclusión.

“Debemos destacar que la Policía Nacional realizó un trabajo importante en la captura y detención de más de 1.200 jóvenes y adolescentes comprometidos con este hecho punible, poniéndolos a disposición de los órganos de la Justicia. Estas personas realizan ‘turismo penitenciario’, paseándose, entrando y saliendo de las diferentes cárceles”, señala.

“Producen el colapso en muchas de estas cárceles y una vez que recuperan su libertad vuelven a ingresar al mundo delincuencial”, añade la organización.

“Esto obedece a la deficiencia en la adopción y calidad de la política penitenciaria, tanto en el tratamiento de recuperación, rehabilitación y reinserción social; ingresan como principiantes y salen peor, con mayor resentimiento y formando parte de estas estructuras más peligrosas”, concluye el informe de Socorro.

Unas 600 bandas conformadas

Entre los datos estadísticos más importantes que dio a conocer la organización “Socorro”, que preside Luis Calderón, resalta el hecho de que a partir de 2010 se conformaron al menos 600 bandas ligadas al modus operandi de los “motochorros”.

Esto equivaldría a unos 1.200 delincuentes. La mayoría de ellos son de sexo masculino y su franja etaria varía de 15 a 25 años.

También destaca que el 80 por ciento de estos delincuentes opera con armas de fuego y el 20 por ciento restante usa un arma blanca, como cuchillo, estoque o puñal.

Asimismo, el trabajo presentado por la entidad da a entender que la quinta parte de estos delincuentes actúa bajo el efecto de alguna sustancia estupefaciente, ya sea lícita, como el alcohol, o ilícita, como la marihuana y la cocaína.

Destaca además que el momento del día en que ellos suelen perpetrar la mayor parte de sus golpes se sitúa entre las 6:00 y las 20:00, en coincidencia con las horas laborales.

Enfatiza también que la totalidad de estos marginales no trabaja y son excluidos de todo programa de políticas públicas.