En ese instante el niño atendió una llamada que ingresó a la línea baja de la casa y que fue hecha desde la celda N° 25 de la penitenciaría regional “Padre Juan de la Vega” de Emboscada, por el extorsionador Carlos Alberto Chávez, de 26 años de edad y recluido desde hace casi dos años por el mismo delito.
El carcelero, al darse cuenta de que su interlocutor era un niño, automáticamente pasó a la fase de presión psicológica. Rápidamente, le dijo al menor de edad que tenían secuestrada a su madre en la zona de Limpio y que la estaban apuntando con una pistola en la cabeza. Obviamente, el niño se asustó y aceptó obedecer al extorsionador.
Antes de cumplir la primera orden, el niño se vio obligado a darle su número de celular al extorsionador, quien cortó la llamada a la línea baja y ya marcó al teléfono de su víctima, para tener al menor de edad en línea permanentemente. A esta técnica criminal los policías de Antisecuestro llaman “enganchar”.
Vaciar el ropero de sus padres
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Con el niño “enganchado” a través de su celular, el extorsionador Carlos Alberto Chávez ordenó al pequeño que vaciara el ropero de sus padres. Pese a haber revuelto todo el mueble, el niño pudo rescatar solo algunas pocas joyas de su madre, que las guardó en una mochila, tal como se lo dictaba por teléfono el extorsionador.
Entonces el niño de 12 años salió de su casa, llaveó el portón y empezó a caminar por el centro de Luque, en busca de un local de giros de dinero. Aparentemente, el extorsionador buscaba convencerlo de que empeñara o vendiera las joyas por dinero para enviar ese importe en efectivo.
En ese ínterin en que el niño de 12 años supuestamente debía ir a buscar a su hermanita, pero que en realidad estaba siendo guiado a una trampa por un carcelero, el padre del pequeño llegó a la casa familiar y encontró el lugar completamente revuelto.
Justo en ese momento sonó de nuevo la línea baja. Era otra vez el mismo extorsionador, quien sabía que el niño estaba fuera de la vivienda. Con esa información, el reo de Emboscada Carlos Alberto Chávez le dijo al padre del niño que era el jefe de una banda de delincuentes que entraron a robar en la casa y que se llevaron secuestrado al pequeño. A continuación, le pidió 5.000 dólares de rescate.
El desesperado padre llamó entonces al celular de su hijo de 12 años. El chico atendió y, seguramente desesperado por la situación, llorando le contó a su padre que estaba en la zona del supermercado Luisito de Luque. Como si faltara aumentar la tensión, la comunicación entre padre e hijo se cortó, porque inesperadamente se terminó la batería del celular del niño. En ese momento el padre del niño asumió que efectivamente se trataba de un secuestro.
Giros de dinero
En otra llamada que entró a la línea baja, siempre desde la cárcel de Emboscada, el padre también aceptó dar su número de celular al extorsionador y, así como su hijo, quedó “enganchado” al engaño.
Ya conectado con el extorsionador por medio de su celular, el padre del niño de 12 años salió de la casa e hizo giros de dinero por valor de G. 5 millones a distintos números de teléfono que le dictaron desde prisión, creyendo que así liberarían a su hijo. El menor de edad, por su lado, en ese momento seguía deambulando por el centro de Luque, también creyendo que su mamá estaba secuestrada y asumiendo la responsabilidad de luchar por su liberación.
¿Motochorros o cómplices del recluso?
Por esas terribles coincidencias del destino, el chico llegó hasta una estación de servicio situada en la zona del camino que une Luque con San Bernardino, donde fue abordado por un hombre y una mujer jóvenes, quienes estaban en una motocicleta. La pareja, que aún no se sabe si está conectada con el extorsionador recluido, aprovechó la vulnerabilidad de la criatura y le sacó la mochila con las joyas. A partir de ese momento todo fue confusión y desesperación, hasta que aproximadamente a las 21:50 el niño fue hallado por los policías que estaban recorriendo en una patrullera. El dinero girado fue cobrado en la cárcel de Emboscada, donde por lo visto es normal que los reos tengan teléfonos para extorsionar.