De la tragedia a la lucha contra la violencia

La arquitecta María Gloria Zapattini sobrevivió a una tragedia familiar de circunstancias aterradoras. A casi 20 años de aquel entonces, la profesional hizo de la ayuda a otras víctimas de violencia su propósito de vida. Trabajó incansablemente en la aprobación de la Ley N° 5777/16, “De protección integral a las mujeres, en contra de toda forma de violencia”, preside la organización Yo te creo, es activista de Amnistía y tiene muchos proyectos.

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El 4 de enero de 1998 una tragedia familiar conmocionó al país. El funcionario de Itaipú Carlos Colmán hirió de 12 puñaladas a su esposa, María Gloria Zapattini, degolló a su hija de 3 años e hirió de nueve puñaladas a su hijo de 8 años, en la residencia familiar ubicada en el barrio Vista Alegre.

“Nacimos de nuevo prácticamente los dos”, afirma María Gloria al iniciar el relato de los momentos de horror que vivió en compañía de sus hijos.

En aquel entonces ya llevaba 9 años casada, estaban a 15 días de estrenar la nueva casa, pero las cosas no iban del todo bien. La vida familiar normal y tranquila que tuvo durante ocho años de matrimonio era distinta, debido a un cambio de actitud de su marido.

Cambio de conducta

Ideas de persecución y luego celos excesivos e infundados terminaron por alterar la rutina diaria de la pareja e infundir temor a María Gloria. Sin embargo, la imposibilidad de dimensionar el inminente peligro debido a la presión familiar y social de tener que apoyar al marido en las buenas y en las malas, hizo que el divorcio sea descartado.

El caso fue inicialmente considerado como un cuadro de estrés mas María Gloria recurrió a un psiquiatra, que explicó que su esposo tenía ideas paranoides y se trataba de una enfermedad que se desarrolló en la adultez, pero que se controlaba con medicamentos.

Tras soportar un año de exacerbadas escenas de celo sin motivo y hasta imposiciones de no poder salir sola a la calle ni siquiera para ir a la peluquería, ocurrió lo peor.

Ante la insistencia de los hijos de salir y la negativa de su esposo, María Gloria decidió ir con los niños a un shopping a comer algo. Al regresar, se percató de que su esposo había tomado vino, lo cual tenía prohibido por los medicamentos psiquiátricos que tomaba.

“Yo le dije: ¿por qué tomaste vino?, y no me dijo nada. ‘Vos tenés prohibido’, le dije”.

El entredicho no pasó a mayores y luego decidieron ir al centro para comprar el diario ABC y de regreso todos se fueron a dormir.

A partir de ahí María Gloria relata lo que pasó:

–Yo tengo demasiada fe en Dios. Yo sentí algo, de repente me desperté sola y no le vi que estaba a mi lado, Entonces yo bajé para decirle, porque él fumaba mucho, para decirle que venga a dormir. Y había sido que de madrugada, mientras todos nosotros estábamos durmiendo, él se bajó y siguió tomando vino porque en esa época había vino en casa, porque era de una canasta que le habían regalado en su trabajo por fin de año. Sobraron las botellas de vino y él se puso a tomar. Cuando yo me bajé y le vi, le dije: “¿vos qué estás haciendo?”. Y él vino con un cuchillo en su mano y una toalla.

Cuando lo miré pensé que se iba a suicidar, que se iba a cortar las venas. Pero no, me atacó a mí, así, sin decir nada. “Vos me hiciste sufrir mucho”, dijo cuando me atacó ahí, y yo caí, al borde de la escalera. Él parecía un poseído.

–¿Ud. intentó defenderse?

–Él me tomó de sorpresa, al bajar ya vino. Me atacó, me atacó y yo me caí y él se fue a atacar a mis hijos cada uno en sus dormitorios.

–¿Ud. quedó inconsciente?

–Yo gracias a Dios no vi nada, pero estaba todavía consciente. Empecé a gritar, a pedir auxilio, pedía por favor que deje a mis hijos, que no deje a mis hijos sin madre, porque yo estaba herida ya. Y vos sabés que después de atacar a mis hijos volvió otra vez. Por segunda vez me vino a atacar y ahí me atacó ya en la cervical, y esa lesión es la que me dañó la parte motora.

Como en la casa de al lado vivía mi constructor, que era también constructor de mi exsuegra, entonces él empezó a escuchar que yo gritaba y pensó que eran ladrones, entonces le llamó a mi exsuegra y le dijo: “parece que entraron ladrones en la casa de tu hijo”, y mi exsuegra le llamó a mi papá. Y mi papá vino con mi hermano y no podía entrar porque la casa estaba cerrada.

–¿Y cómo hicieron?

–Entraron por el vecino. Mi papá saltó la muralla y entró a la casa porque la puerta del patio –él había salido a fumar– estaba abierta. Y ahí me vio a mí tirada al pie de la escalera, estaba viva, mi hijo estaba vivo pero mi hija ya estaba agonizando. ¿Sabés qué hizo? Él se bañó, se llaveó en el dormitorio y se clavó. Acá (en el cuello) y en el estómago.

Cuando vino mi papá, él sí que le dijo “salvame”.

–¿“Salvame” le dijo?

–Síí; la Policía empezó a balazos a abrir la puerta porque él llaveó la puerta del dormitorio y como nosotros habíamos perdido demasiada sangre, creo que 3 litros dijeron, cuando ya no hubo tiempo ni siquiera de esperar la ambulancia. Mi hijo y yo estábamos agonizando, perdimos mucha sangre, sacaron la persiana de la sala y usaron de camilla la persiana, nos acostaron ahí y nos llevaron. A mi hija ya le llevaron mi papá y mi hermano, pero falleció por el camino.

–¿Qué lesiones sufrió tu hijo?

–Los tres tuvimos lesiones en el cuello, en la cervical. Por eso justamente era muy raro, hasta un protestante dijo que esto era diabólico. Yo acá tengo una cicatriz (mano) porque cuando me di cuenta de que me iba a atacar de nuevo, yo estaba boca para abajo, yo puse mi mano así y ahí, entre mis dedos, me llegó a tocar la médula.

–¿Eso fue en la segunda vez que te atacó?

–Sí, en la segunda vez. Bueno, estuvimos en terapia, mi hijo estuvo muy delicado, porque a él le había afectado en el nervio frénico, pero como es joven tuvo una recuperación espectacular. Yo tardé más.

O sea, nacimos de nuevo prácticamente los dos, encima yo prácticamente dejé de trabajar, en mi trabajo se portaron rebien, dos años hice rehabilitación intensa, mañana y tarde, yo estuve casi un mes internada y mi hijo poco más de un mes porque tuvo problemas respiratorios, neumonía, pero salió todo bien gracias a Dios, todo.

Él quedó sin secuela, siguió mucha terapia. A él lo que más le afectó, como era un niño de 8 años, era que no podía entender que su papá le ataque porque él le quería mucho a su papá y era una relación aparentemente normal y él no podía entender eso en su siquis.

Nos apoyaron muchísimo nuestra familia, su abuelo, mi papá, hizo las veces del papá . Él me contaba muchas cosas, y la psicóloga me decía que tenía que decirle la verdad, ir contando las cosas de acuerdo a su nivel mental, y yo siempre le dije la verdad. Y él con el tiempo, ahora tiene 28 años, está grande, me decía: “mi papá de antes y mi papá de ahora. Mi papá de antes me quería mucho y el de ahora está enfermo”.

–¿Cuántas heridas tuvo?

–Nueve. En la cabeza y en el cuello. Yo tuve en las manos; yo me había defendido y el cuchillo con que él me atacó tenía filo en ambos lados; yo le quise sacar y él me tiró, entonces ahí me cortó acá (mano). Yo me acuerdo que el cirujano plástico me cosió así en seco y le dije: “¡ay!”, y me dijo: “¡ay, qué suerte!”.

–Porque tenía sensibilidad.

–Sí, se dio cuenta de que me dolía y que tenía sensibilidad. Y yo digo que si nosotros estamos vivos y yo estoy así caminando con muleta es porque tengo demasiada fe en Dios. Yo recibí muchísima sanación.

–¿Cuántas operaciones le hicieron?

–Ninguna operación más. A mí me cosieron todas las heridas, después, estando en el sanatorio, se mojaba mi almohada. No entendía qué era eso, y me dijo que había sido estaba perdiendo líquido encefálico y ahí sí me volvieron a operar.

Tuve un principio de meningitis pero no llegó a tener secuelas, y mi hijo la misma cosa. La misma operación posterior.

rferre@abc.com.py

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