Este juicio oral, a cargo del Tribunal de Sentencia presidido por Carlos Hermosilla, se inició el 12 de febrero último. Los acusados son Aníbal Aquino y Baldovino López, sindicados como responsables de “reclutar” a personas de escasos recursos para enviarlas al exterior. En el caso del tercer acusado, Pedro Pablo Aquino, se pospuso su juzgamiento debido a un problema de salud.
La fiscala Teresa Martínez explicó que algunos testigos intentaron ayudar a los acusados, pero que las pruebas presentadas desvirtúan sus versiones. A modo de ejemplo, recordó que la hija y el yerno de López declararon que fueron pagados sin problemas por los trabajos realizados; sin embargo, promovieron una demanda en Chile en reclamo del cobro de sus haberes, y que gracias a dicho juicio lo lograron.
“Peor que en un gueto”
“Ellos quisieron ayudarle, es evidente, pero las pruebas son muchas y las imágenes del lugar donde se quedaban son muy elocuentes. El policía chileno que realizó la filmación del operativo de rescate, cuando declaró por videoconferencia, dijo que tuvo oportunidad de conocer el gueto en Alemania y que el lugar donde estaban los paraguayos en la finca La Esperanza era peor”, comentó la fiscala, al recordar el testimonio del policía Esteban Simón Montenegro.
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Martínez resaltó que los paraguayos eran ubicados en locales alejados a 45 km de la ciudad, y además de la dificultad de desplazarse a pie, en todo momento eran desalentados por los encargados a salir y desplazarse libremente, con advertencia de que la policía los apresaría por encontrarse en situación ilegal.
La situación de explotación laboral que dio origen al proceso fue denunciada en mayo del 2011 por los paraguayos Gabriel Resquín y Zunilda Rodríguez, quienes escaparon de los viñedos del empresario y excandidato a presidente de Chile Francisco Javier Errázuriz. Los 57 trabajadores rescatados son de Alto Paraná.
PASARON HAMBRE Y FRÍO
Fiscala Teresa Martínez: “Todos pasaron hambre, vivían en grupos de 30 a 40 trabajadores en casitas de madera en muy malas condiciones, algunas tenían hule como pared y se calentaban con leña”.
“A ellos se les prometió dinero, con pasaje, comida y ropa de trabajo libre, pero allá les dijeron que todo les sería descontado del sueldo. Ni un chileno comía lo que ellos comían”.
“Cuando la Policía preguntó a los encargados, dijeron que comían en abundancia, comida sustanciosa para aguantar el frío, pero la realidad es que solo comían poroto, fideo y verdura, a veces pollo. Le daban una porción que tenía que ser almuerzo y cena a la vez”.
