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Se trata de Susana Ayala (50), quien desconsolada armó una capilla ardiente en su casa de Trinidad, para velar una foto de su hijo, “ya que no pude traer su cuerpo”, expresó.
Señaló que su vástago era un joven estudioso y trabajador, que como muchos paraguayos se fue a Buenos Aires para buscar un mejor porvenir. “Él trabajaba en una empresa de construcciones. Hace cuatro años se fue a vivir allá con su esposa, Andrea Ariyu, con quien tiene dos hijos, de 10 y siete años”, comentó la progenitora.
Luego preguntó por qué esas personas que lo atacaron lo tiraron como una bolsa de mandioca bajo un ómnibus. “Nadie lo ayudó cuando vieron que una patota lo estaba agrediendo. Él siempre se encontraba en una estación de colectivos con su señora, que también trabaja, y desde ahí volvían juntos a la casa”, manifestó.
Agregó que en la tarde en que fue ultimado había cobrado su sueldo, la quincena, y que posiblemente estaba esperando a su esposa cuando lo atacaron, posiblemente para robarle. Alguien sabía que tenía dinero, dijo.
“Pido a las autoridades de nuestro país que impulsen y reclamen que se investigue y se castigue a los culpables. Mi hijo se fue con muchas esperanzas, era un joven trabajador, honesto, amante de su familia, y termina muerto, tirado en la calle”, lamentó Susana Ayala.
Según refirió, el joven había desaparecido para su familia en la tarde del viernes de la semana pasada. “Nadie sabía de él, por lo que su señora hizo la denuncia de su desaparición”, dijo.
El lunes la policía le informó que estaba en la morgue. Había llegado muerto luego de que esas personas le mataron, comentó.
El padre y una hermana de la víctima viajaron a Buenos Aires el martes, para el sepelio. “Apenas juntamos la plata para el pasaje del papá y la hermana. Yo no me fui porque no podría resistir ver a mi hijo, tan lleno de vida y de proyectos, en una caja”, señaló.