De acuerdo con los investigadores, pese a que está prohibido por la ley, los nativos del departamento de Canindeyú alquilan gran parte de sus tierras a los narcos para el cultivo de la “macoña” o a los sojeros.
Esta situación es apañada por las autoridades de las distintas localidades ya que todos ellos aparentemente reciben importantes regalías por este hecho, informaron.
A raíz de esta situación, casi todos los bosques naturales que quedaron en territorio indígena fueron talados para permitir el cultivo de la droga. En la mayoría de los casos, los rollos fueron a parar a los distintos aserraderos clandestinos instalados a lo largo de la frontera con el Brasil. Según los antidrogas, los arrendatarios de estas tierras también son narcos brasileños, quienes remesan a su país casi toda la producción de droga, lo que les genera multimillonarias ganancias. Los agentes aseguraron que seguirán incursionando en las reservas indígenas en busca de droga.
