El indulto presidencial otorgado este año por Horacio Cartes benefició a 16 convictos de cinco cárceles.
La prisión más favorecida fue la del Buen Pastor, de donde siete mujeres abandonaron ayer la vida tras las rejas.
Pero, sin dudas, el elemento más significativo en el regreso de estas mujeres a la sociedad tiene que ver con que cada una ya volvió con un oficio, como para trabajar y no reincidir.
La directora del penal, Ana Dina Coronel, dijo ayer que, por ejemplo, Liz del Carmen Espinoza Coronel (32), quien está embarazada de ocho meses, y Felicita Giménez de Retamozo (71) recuperan su libertad ya convertidas en expertas en manualidades.
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En tanto que Natividad Antúnez (50) y Alba Lilian Espínola Antúnez (28) van a poder trabajar a tiempo completo como costureras, oficio que ya desarrollaban dentro de la cárcel.
Cynthia Mariela Lezcano Bedoya (36), quien adentro del penal trabajaba con la Cruz Roja, también es capaz de dedicarse a varias otras actividades laborales para afrontar su nueva vida, así como Matilde Larrea Riquelme (44), quien seguramente va a ser una de las más añoradas por sus compañeras, ya que era la cocinera de la población penal.
La única que últimamente ya no podía ejercer los oficios que aprendió era María Esther Servín (48) , debido a que su diabetes crónica la tenía muy decaída, siempre según la directora del Buen Pastor.
Todas ellas se reencontraron con sus familiares afuera de la cárcel, pero por primera vez como mujeres completamente libres. Cada una abrazó por varios minutos a sus parientes.
Los otros beneficiados
El perdón presidencial alcanzó este año también a cuatro reos de la penitenciaría nacional de Tacumbú, a dos convictos de la granja Itá Porã, a un recluso de la cárcel de Encarnación y a dos internas de la prisión de mujeres de Ciudad del Este.
