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La nueva cúpula de la máxima instancia judicial del país, encabezada por el Dr. Luis María Benítez Riera como presidente de la Corte Suprema de Justicia y los ministros Antonio Fretes y Miguel Óscar Bajac como vicepresidente primero y segundo, cargan con la pesada carga de desterrar la premisa de que la ley está solo para sancionar a los pobres, mientras que los procesados que tienen poderío económico e influencia política, permanecen intocables.
Son numerosos los casos de corrupción pública que han quedado en el oparei, debido a chicanas que traban el proceso, hasta que no quede otra salida más que la extinción o la prescripción.
No se trata de un problema nuevo y si bien la saliente presidenta de la Corte Suprema, Alicia Pucheta, intensificó los controles para frenar las suspensiones de audiencias y sancionar a los chicaneros, vemos que estas restricciones no alcanzan a todos aún, en especial aquellos procesados vinculados al poder.
Solamente la Unidad de Delitos Económicos y Anticorrupción cuenta con más de 40 causas “varadas” en distintas instancias, muchas en peligro de quedar en la nada (ver cuadro de causas y año de inicio).
Una de esas causas es la caratulada “Fabio Gómez Chamorro y otros sobre estafa y otros”, del año 2013, más conocida como la de los “caseros de oro”. Ahí están procesados el diputado colorado José María Ibáñez y su esposa Lorena Plabst, por pagar con fondos públicos a sus caseros. En octubre del año pasado se cumplieron 2 años de que la Fiscalía acusó sin que hasta la fecha se pueda hacer la preliminar debido a un recurso de casación en estudio en la Corte. No se conoce de sanciones a los abogados intervinientes.
El proceso al senador colorado Víctor Bogado por la contratación de la niñera de sus hijas como funcionaria en Itaipú y Diputados, es otro que no avanza. Tras anular la elevación a juicio pese a que dicho acto es inapelable, Bogado traba su preliminar con una recusación al juez.
Cuando la ley alcance a todos por igual, la Justicia recuperará la credibilidad de la ciudadanía.