Roban G. 2.600 millones en ataque a blindados y patrulleras en Itacurubí

Un grupo conformado por al menos 15 criminales, quienes emplearon tres camionetas, un automóvil, un camión y dos motocicletas, se alzó ayer por la mañana con un botín de G. 2.600 millones al neutralizar dos patrulleras policiales y asaltar un convoy de transportadores de caudales de la compañía Yrendagüe SA, sobre la Ruta II en Itacurubí de la Cordillera.

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ITACURUBÍ DE LA CORDILLERA, Dpto. de Cordillera (Desiré Cabrera, corresponsal).El atraco “de película” se inició alrededor de las 11:30, cuando una patrullera de la comisaría 9ª de Itacurubí de la Cordillera fue neutralizada en el kilómetro 82 de la Ruta II “Mariscal Estigarribia”, al pasar sobre clavos “miguelito” lanzados al asfalto por dos motociclistas que integraban la cuadrilla.

Los agentes que estaban a bordo, al quedar el móvil con las llantas bajas se vieron obligados a abandonar la custodia de los dos camiones blindados de Yrendagüe SA, que provenían de Ciudad del Este y debían llegar a Asunción, siempre con acompañamiento policial por cada ciudad que atravesaban.

En una acción perfectamente sincronizada, un camión Scania presuntamente al servicio de la banda se le atravesó también en el camino a otra patrullera de la comisaría 7ª de Eusebio Ayala, que debía hacerse cargo de la vigilancia del convoy a partir del ingreso a su jurisdicción, justo en el kilómetro 80.

Paralelamente, otros miembros de la gavilla detuvieron y desviaron un ómnibus de larga distancia hacia el camino que conduce al Hospital Menonita, para evitar que resultara afectado por el tiroteo.

Con las dos patrulleras neutralizadas y un espacio de 1.000 metros completamente despejado sobre la ruta, el grupo tipo comando entró en acción en el kilómetro 81, donde tres camionetas (una de la marca Toyota, otra Isuzu y una Chevrolet, todas robadas), interceptaron con disparos de fusil los dos blindados que llevaban dinero.

Un carro fuerte se despistó después de que la banda arrojara enfrente de él un tanque de agua de 1.000 litros, cargado con bolsas de arena. En tanto el otro blindado, como mantenía una distancia prudencial del primero, pudo detener la marcha y retomar hacia Itacurubí de la Cordillera.

Este último vehículo fue seguido a tiros por los delincuentes que estaban en una de las camionetas. Los ocupantes del blindado atropellaron y entraron en la comisaría ubicada en el kilómetro 86, donde se resguardaron de los asaltantes.

Mientras tanto, al otro lado de la escena, en el kilómetro 80, los dos policías de la comisaría de Eusebio Ayala que habían sido tirados a la cuneta por el camión Scania, intentaron reaccionar otra vez, pero fueron neutralizados por los ocupantes de un automóvil Toyota, quienes dispararon con una ametralladora antiaérea calibre .50 que estaba montada en el asiento trasero del coche con un trípode soldado al chasis.

De este modo, el resto de la organización criminal tuvo el tiempo y espacio suficientes para reducir a los guardias de seguridad Fidel Báez Gauto (38), Domingo Fretes (41) –herido en la mano–, Reinaldo Flores Villar (47) y Gustavo Vázquez Benítez (44), quienes igualmente fueron despojados de sus armas. Para abrir el camión, los asaltantes amenazaron con quemar el vehículo con bombas “molotov”.

Así, los empleados vieron cómo los criminales se alzaron con cuatro bolsas llenas de dinero, que sumarían unos G. 2.600 millones, según dijo el director de la Primera Zona Policial, comisario general inspector Carlos Ozuna, basado en el relato de un directivo de la firma.

Persecución y pánico

Recién varios minutos después de consumarse el violento asalto en el kilómetro 81 de la Ruta II, empezaron a reaccionar otros policías de las comisarías aledañas, quienes con las decenas de refuerzos de otras dependencias, incluso que partieron desde Asunción, iniciaron en vano la persecución de los criminales.

Los rastros de los delincuentes condujeron a los uniformados, por ejemplo, hacia la compañía Curupayty del distrito de Eusebio Ayala, en dirección a Piribebuy, donde supuestamente se escondieron en un monte algunos de los sospechosos, que fueron abandonnando paulatinamente los vehículos que utilizaron.

Pese a la colaboración de los vecinos, muchos de ellos que entraron en pánico al escuchar el incesante tiroteo entre los asaltantes y policías, la búsqueda finalmente resultó infructuosa y se consumó el millonario robo a la empresa Yrendagüe SA.

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