Aceptar para renacer

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“A pesar de todo” es un libro testimonial que narra la historia de Andy Moreno Wiebe después de un accidente que lo dejó con graves secuelas. Firmado por su tía Leni Wiebe, el material recopila los trances más amargos y el lento despertar al nuevo ser, la nueva vida. Enorme y jovial, Andy afirma: “Hoy mi lema es disfrutar cada segundo de la vida. Fui bendecido, puedo ver el lado positivo de lo que me pasó”.

Cuando nos enteramos del caso de Andy (29), esperamos encontrarnos con un joven delicado de tratar, tal vez angustiado. Pero el hombre que nos esperaba era una mole (metro noventa o más) de energía positiva. Deportista desde niño, hoy juega rugby en silla de ruedas a nivel nacional e internacional, además de natación y paddle, trabaja, su agenda está llena de actividades; todavía vive en la casa de sus padres, pero disfruta de independencia. “Lo más importante fue su sanación interior”, dice su tía Leni (psicóloga), autora de un libro escrito en español (pronto saldrá en alemán) para cerrar esta etapa que vivieron Andy y su familia. “A pesar de todo”, recién lanzado, puede conseguirse en El Lector.

–Andy, ¿cómo fue tu accidente?

–Tenía 19 años. Mi familia ni mis amigos aprobaban que me comprara una moto, pero yo no escuché a nadie. “Ponete tu casco”, me dijo, resignada, mi mamá ese día antes de salir y a dos meses de haber comprado la moto. Yo le dije: “Hace demasiado calor”. Era de noche e iba hacia el Club Deportivo Alemán por Mcal. López cuando frente a Mburuvicha Róga una camioneta hace un giro indebido y me choca de frente. Mi moto explota y entra en llamas. Me golpeé la cabeza. No supe más nada.

L: –Estuvo dos meses en coma. A nosotros nos avisaron dónde estaba y que pasemos a despedirnos. Cuando él se despierta, el 18 de agosto de 2006, nosotros estábamos felices, pero él se encontró con 35 kilos menos, sin dientes, tenía quemaduras en todo el cuerpo. Y nos decía: “¿Agradecer? ¡¿Por qué?!”.

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–Qué sentimientos en pugna…

A: –Yo tenía un sentimiento totalmente negativo, era deportista y ya no iba a poder hacer nada, fue un bajón terrible. Hoy lo veo completamente diferente, gracias a eso soy fundador de los Yakaruedas Paraguay, un equipo de rugby en silla de ruedas. Ya competimos acá y en otros países sudamericanos.

–¿Cuál es tu descripción física actual?

–Perdí una pierna, un dedo de la mano, tengo platino en un cuarto de la cabeza, tengo implantes en la boca porque perdí 9 dientes. Nunca pude volver a mover los dedos del pie, porque tuve 35% de quemaduras de tercer grado.

L: –Tuvo 50 intervenciones quirúrgicas y unas 38 transfusiones de sangre.

–50 operaciones es mucho desgaste emocional, espiritual y capacidad económica.

L: –Así es, sus padres son muy trabajadores y somos muy creyentes. Andy tuvo que empezar de cero, usar pañales, no reconocía a sus padres, mucho dolor psicológico, maltrataba a la gente, usó alcohol, drogas e incluso un intento de suicidio.

A: –Sí, yo era otro. Una noche estaba solo y puse una pistola en mi boca, pero en ese momento se me vinieron imágenes de mi mamá arrodillada llorando, mi papá que no podía abrazarla porque también estaba mal, mi hermano menor que me tenía como su ídolo, mi primita diciéndole a ella (la tía Leni) “no te preocupes, Andy se va a mejorar”. Y pensé: ¿tanto sufrieron por mí y yo me voy a matar? Dios frenó mi mano.

–¿Cómo encaraste la discapacidad física?

–Vimos todas las posibilidades, hasta que en la famosa clínica Fleni (Argentina) me explicaron que nunca más iba a recuperar la sensibilidad y movilidad de mis pies. Fue un puñalazo muy grande. Volví y fui a Alemania al hospital más grande de ortopedia, ahí me dijeron que tuve una sepsis en la pierna derecha, lo que casi me llevó al otro mundo, y que no podían repararla. Tuve un tutor externo durante 8 meses, eso endureció la pierna, no podía flexionarla y los dolores eran constantes; fui 3 veces a Alemania a ver si mejoraba y se podía poner una prótesis interna, pero no fue posible. Seis años aguanté hasta que dije basta, porque los dolores ya afectaban mi actitud, mi personalidad. Me la amputaron el 12 de julio del 2012, era mi penúltimo año en la facultad.

–Claro, estabas en edad de ir a la universidad.

–Volví después de 3 años de pérdida. Gracias a la UCA, donde me ayudaron convalidando los días que tenía reposo o no podía ir, pude terminar y me recibí de Lic. en Comercio Internacional. Todavía no trabajo en eso, pero tengo 7 especializaciones en 5 diferentes países. Me encanta negociar y viajar. Una de las cosas que cuento en este libro es todo lo que gané después del accidente. Porque el accidente de un motoqueiro no es nada raro en Paraguay, pero sí las cosas que me pasaron después.

L: –Él le debe mucho no solo a su familia, también a sus amigos y a la gente de la iglesia, quienes colaboraron para comprarle un auto totalmente automático, nosotros realmente ya no podíamos por todos los gastos. Y agradecemos no solo lo material y la recuperación física de Andy, que fue durísimo y duró años, sino que pudo sanar sus heridas internas, para mí eso es lo más importante.

–Leni, usted como psicóloga habrá sido de una ayuda invalorable, ¡y gratis!

(Sonríe) –Él no cree en los psicólogos. En el libro tenemos 40 testimonios. Todos dicen: “Lo que admiramos en Andy son sus ganas de vivir, su superación, su carpe diem”. Y creo que así es, hasta el día en que, después de llorar muchísimo, se miró al espejo y se aceptó. Para nosotros es un milagro. Esperamos de corazón que su testimonio sirva a otras personas que pasan por una situación así de difícil, que se levanten. No sirve de nada lamentar, preguntar por qué, sino manos a la obra y adelante.

El nuevo Andy

Además de Yakaruedas, Andy ha trabajado como voluntario en organizaciones como Techo, Teletón y dio charlas de superación personal en colegios. Su pasión por las motos se mantiene, forma parte de la Christian Motorcycle Association (CMA). “Asunción es una ciudad peligrosa para moto o para auto, hay que saber cuidarse, no solo por el accidente, sino por todo lo que viene después. Yo tuve la suerte de tener los medios económicos, pero he visto muchos que no tienen ni para una silla de ruedas; eso me preocupa mucho y quiero ayudar a que esto cambie”. Pudiendo irse a vivir a Alemania, donde la gente con discapacidad tiene ciudades adaptadas, son independientes y no son mirados con lástima, Andy regresó a Asunción porque le hacía falta estar cerca de los suyos. Después de tantas tormentas, la vida y el humor volvieron a brillar: “Le pregunto a mi sobrinito Patrik (3) ‘¿dónde está mi pierna?’, y él se va a buscarla por toda la casa”; mis amigos me llaman ‘sinpi’ (sin piernas), ‘asado’ o ‘al tatakua’, mi viejo es el primero que proporciona las ideas; no me molesta nada porque viene con amor”.

–¿Tenías novia cuando te accidentaste?

–No, pero ahora tengo. Soy ambicioso, logré muchas cosas y voy por más, quiero casarme y bailar el vals, quiero tener 2 hijos varones.

–¿Qué lema nace hoy de tu mente y corazón?

–Tenía escrito en mi Skype: “Hay que disfrutar cada segundo como si fuera el último, porque el último puede cambiar tu vida drásticamente. Te lo digo por experiencia”.

lperalta@abc.com.py