Arzobispo alerta sobre ley de paridad democrática

El proyecto de ley de paridad democrática podría forzar los mecanismos democráticos de representación para lograr una supuesta igualdad, señaló ayer monseñor Edmundo Valenzuela en la misa celebrada luego de la procesión de María Auxiliadora. Pidió a legisladores actuar con sabiduría.

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Cientos de personas participaron en la tarde de ayer de la procesión de María Auxiliadora, en la que resaltaron los alumnos de colegios salesianos y sus padres. La caravana religiosa, encabezada por la imagen de la Virgen, concluyó en el santuario (Don Bosco y Humaitá) con una misa, celebrada por el arzobispo Edmundo Valenzuela.

Durante su homilía, el obispo alertó sobre el proyecto de ley de paridad democrática, a ser tratado en Diputados el otro mes. “Considero importante hacer un llamado a la reflexión a quienes tienen a su cargo la decisión sobre el proyecto de ley denominado ‘de paridad democrática’, a fin de no forzar los mecanismos democráticos de representación para lograr una supuesta igualdad. Fortalezcamos más la participación de las personas más aún nuestra incipiente democracia y no nos discriminemos por el sexo”, señaló.

Agregó que el llamado principio de “paridad democrática”, como se halla estructurado en el proyecto de ley, impone distinciones forzosas, proporciones fragmentadas sujetas a fracciones participativas rígidas entre ciudadanos, que de por sí son todos iguales en garantías, derechos y obligaciones. “Hay que decir que la democracia no tiene por objeto separar o dividir a la población”, manifestó Valenzuela.

Problema cultural 

En otra parte de su mensaje, el arzobispo dijo que el problema educativo de nuestro tiempo, es cultural, marcado por la globalización, los medios de comunicación social, la ciencia y la técnica que crean una mentalidad de reducir la realidad en lo solo medible y constatable dificultando la vivencia de los valores absolutos y trascendentes. “Para esta ideología, el hombre puede progresar, triunfar y ser feliz sin necesidad de ningún Dios”, señaló.

Destacó además que algunos valores tradicionales como el respeto a los mayores, el sentido de pertenencia a una familia, el cultivo de una fe religiosa, y la creencia en verdades trascendentes se han ido despreciando. “Esto en tanto se consolidan formas de vida y pautas culturales que privilegian el éxito individual, la posesión de bienes materiales y la ausencia de compromisos con principios trascendentes”, dijo.

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