Arzobispo lamentó que en el país sigan imperando la corrupción y la impunidad

El arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela, lamentó anoche que la corrupción y la impunidad sigan imperando en nuestro país. “La pérdida de Dios en nuestra vida es la pérdida de nuestro GPS”, indicó.

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Con viacrucis y una misa, los católicos recordaron anoche el Viernes de Dolores, que conmemora los sufrimientos de María en el acompañamiento de su hijo Jesús. El acto comenzó en la entrada al Cerro Lambaré y a medida que se la escalaba, en medio de las precarias casas de los damnificados, se rezaban las estaciones.

Una vez en la cima, el arzobispo Valenzuela ofició la misa, durante la cual resaltó los siete dolores de María y los comparó con nuestra realidad actual.

“Últimamente hay tantos ataques a la base fundamental de la sociedad y la Iglesia, la familia. Ella ha sido atacada y sigue siendo aún golpeada de forma inescrupulosa con el tema del aborto, y la minusvaloración de la vida desde su misma concepción”, indicó.

Citó otros dolores, como los problemas de la educación por la falta de maestros, escasa generación de fuentes de trabajo, fallas en la atención a la salud, la corrupción de los poderes del Estado (considerada como el mayor mal que sufre nuestro país y que afecta a todos los niveles e instituciones), y la impunidad para quienes cometen graves delitos.

Además, son dolores la inseguridad, la migración, el secuestro, que llevan al empobrecimiento humano, dijo. “Nuestros centros urbanos poco a poco se van llenando de asentamientos; nuestro pueblo, como la familia de Nazareth, sufre el dolor de ser expulsado de sus tierras para ser entregado a otros que se adueñan de él”, refirió.

Cuestionó el despilfarro de las instituciones estatales cuando gastan más en cuestiones administrativas que en solucionar el problema crucial de la tierra. “La pérdida de Dios en nuestra vida, en nuestra sociedad, es la pérdida de nuestro rumbo, de nuestro GPS, que nos lleva a la pérdida de nuestra propia identidad como Nación, volviéndonos más insensibles”, enfatizó.

Invitó a los presentes a no olvidar a los damnificados que sufren el dolor del abandono de sus casas por causa de la crecida de los ríos. “Es el dolor de la falta de políticas claras para soluciones verdaderas”, indicó. El arzobispo exhortó a que todos se comprometan a respetar la dignidad de las mujeres y niños y, finalmente, pidió soluciones para el problema de la drogadicción y de los indígenas que están luchando por un pedazo de las tierras de las que antes eran únicos dueños.

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