Asiento reservado: ceder o no ceder

Cumplir las reglas urbanas ha sido desde siempre una característica básica de respeto y buena convivencia social. A pesar de que en nuestro país ya contamos con una ley que reserva asientos en los buses para personas con discapacidad, mujeres embarazadas o ancianos, el no cederlos no tiene consecuencias legales.

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“Viajo desde Capiatá todos los días (más de dos horas de viaje) y tenía un examen por lo que estaba estudiando, pq trabajo también de 8 a 16 y es bastante pesado. No se iba a morir la chica por no sentarse. Y en fin no se me daba la gana darle mi lugar! Es mi decisión dar o no el asiento.

Aviso para todos lo que me encuentren en un bus: NO les voy a dar mi lugar. Aunque tenga 18 años también me canso, y pago por sentarme” (sic). Esta respuesta vía Facebook dio una joven a centenares de personas que la criticaron por no haber cedido el asiento reservado a una embarazada, generando así un improvisado y furioso debate que dejó al descubierto la diversidad de actitudes y aptitudes sociales.

¿Cuán urbanos somos? ¿cede usted, independientemente de su sexo, el asiento? La frase de la pasajera en cuestión descubre que nuestra dificultad personal puede ser grande para cumplir las leyes más simples. Desde la dirección jurídica de la Secretaría Nacional por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad (Senadis), explican: “Existe la Ley Nº 122/90 Art. 4, del Poder Legislativo que expresa: ‘Es obligatorio que todos los medios de transporte público de las personas cuenten con espacios y lugares reservados para uso exclusivo de los impedidos con señalización expresa a tal efecto’ Esta ley –que debería decir personas con discapacidad, no impedidos– fue aprobada y sancionada en 1990, es obligatoria pero no establece sanciones. Tampoco dice a quién responsabiliza en caso de incumplimiento.

La ley en sí apenas tiene 8 artículos y no hay punición. En este sentido, todos estamos un poco confundidos. La ley tiene lagunas; habría que corregirla”. Si tantas leyes con castigo no se cumplen, mucho menos se cumplirán las sin castigo, así las situaciones de convivencia social, aunque generen violencia, no pasan de ser catalogadas de inofensivas peleas callejeras.

En el Viceministerio de Transporte del Paraguay confirman que no existen denuncias al respecto, no se han recibido denuncias sobre el tema. Por otro lado, en lo que concierne a las empresas de transporte, su obligación radica en contar con asientos reservados, cuya instalación y calidad debe estar controlada por el Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN).

A una ley sin punición le sumamos la inexistencia de campañas oficiales que promuevan o informen a la ciudadanía que las leyes tienen un sentido de orden en la sociedad y hay que cumplirlas. En vista de la pobre conciencia urbana, nos queda apelar a la buena voluntad, a las normas de relación aprendidas en el hogar. Frente a una actitud errada, habrá que callarse o reclamar a sabiendas de que no hay ningún correctivo legal. Todavía nos falta mucho en ese sentido; en otros países a las personas con discapacidad hasta les exoneran el pasaje, aquí las leyes están incompletas.

Rebeldía, individualismo y/o falta de educación

¿Hay algún trastorno detrás de no solo negarse sino jactarse de no ceder un asiento establecido para personas específicas? “Para mí pasa por una cuestión de urbanidad, amabilidad, más que psicológica –dice Sandra Basili, psicóloga–. Sin embargo, puede ser que haya mucho del trauma del servilismo, vestigios de esa cultura paraguaya de haber sido muy sumisos, y, por ende, el paraguayo está reaccionando a eso, pero se está yendo al otro extremo. De todas maneras, lo de la falta de gentileza no es solo acá, lo he visto en otros países. Hay gente que es muy individualista; aunque también hay individualistas que son urbanos, gentiles. En esta época educar, inculcar valores de respeto no es fácil; cuando nosotros éramos chicos, teníamos que saltar para dar el asiento a una persona mayor, hoy a mi hijo le educo de otra manera –le guste o no– y él lo asimila. Entonces, a grandes rasgos, puede ser en algunos un tema cultural, en otros, individualismo, y en otros, falta de educación”.

lperalta@abc.com.py

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