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Existen ordenanzas municipales que prohíben arrojar a las calles aguas residuales, basura y que exigen la construcción y mantenimiento de las aceras. Sin embargo, los contribuyentes violan constantemente bajo las narices de los más de 9.000 funcionarios y autoridades de la Comuna.
El microcentro de la ciudad, donde los turistas locales y foráneos tratan de observar entre las marañas de cables aéreos los monumentos históricos, está en estado calamitoso. Algunas veredas parecen zonas de guerra, por donde los peatones deben cruzar evitando tropezar con escombros, basuras y pisar aguas de la cloaca. Los contribuyentes del centro capitalino que cumplen con las ordenanzas se quejan de la falta de acción, porque cada cinco años cambian las autoridades y no ven mejoras.
Los automovilistas también padecen de las pésimas condiciones de las calles, que se acentúan después de las lluvias. La red cloacal de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) colapsa y forma enormes cráteres en la vía pública. Los barrios sin sistema de desagüe pluvial son los que más sufren los embates de las lluvias. Pedazos de capa asfáltica arrastran los raudales dejando peligrosos cráteres en calles y avenidas. Apenas el 20% de la capital tiene desagüe pluvial.
Mientras sobran funcionarios en la parte administrativa, faltan en aseo urbano y capa asfáltica, las áreas sensibles que tienen a su cargo recoger las basuras y tapar los baches.