Bailar hasta cumplir un sueño

Este artículo tiene 8 años de antigüedad
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Emily Montserrat Lezcano Ávalos (12) regresó hace muy poco de Nueva York, donde bailó y se destacó. Formó parte del grupo de niñas que viajó a representar a Paraguay. “Nueva York fue una experiencia inolvidable. Estoy trabajando mucho, mi sueño es llegar a ser primera bailarina como mi profe”, dice con espontaneidad.

Como otras niñas, Emily llegó desde muy pequeña a la academia de danza y se quedó. Seis años después tiene sus propias experiencias. Empezó en el Instituto de Bellas Artes, al cumplir 10 años, agradecida por la formación recibida, se trasladó al Estudio de Ballet Nicole Dijkhuis, donde también se inicia en contemporáneo y jazz; actualmente cursa el 6to curso de ballet clásico. Concursa desde el 2012.

Logró el Primer Premio en el Concurso Nacional de Danzas de ese mismo año (clásico libre, categoría preinfantil, con 7 años). Desde entonces obtuvo primeros premios y becas, tanto en clásico libre como contemporáneo y jazz. Estudió con profesores de alto nivel nacional e internacional. En el 2016 continuó en ascenso, fue preseleccionada para el ballet Bolshoi (Brasil) y clasificada en la selectiva Paraguay 2016 del Youth America Grand Prix para concursar en 2017. En esta preselección, tras una durísima preparación, bailó como solista: en contemporáneo con La piel que habito (de Alberto Iglesias) y en clásico con Kitri del ballet Don Quijote, siendo la más pequeña de las seleccionadas. Luego, del 7 a 14 de abril pasado, ya en La Big Apple (Nueva York) bailó nuevamente La piel que habito y, como solista, la Princesa Florinne, de la Bella Durmiente. En jazz se presentó con otras 23 niñas paraguayas, logrando en el Top 12 –mejores del mundo– el puesto número 5.

Como una bella

Emily tiene 12 años recién cumplidos, mide 1,46 metros de altura y pesa 38 kilos. Sus profesores son Maia Ayala, Nicole Ayala, Robson Maia Santos y Carolina Roa, a quienes quiere y admira profundamente. Con su mamá (presente en cada paso de la carrera de su hija) y el apoyo del Fondec, Emily viajó a Nueva York. “Todo me llamó la atención allá –cuenta–, la ciudad y los edificios eran enormes, parecían de película, también vi la Estatua de la Libertad y me gustó el altísimo nivel de los bailarines”, nos cuenta orgullosa de haber representado al Paraguay. Dice que a la hora de la presentación, cuando bailó sola, se puso nerviosa “porque era un escenario importante e internacional y la presión era mucha”.

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¿Qué hubieras hecho si fallabas en pleno baile?

Seguiría como si no hubiera pasado nada.

¿Qué te gusta más de la danza clásica?

La disciplina.

¿Cómo es una buena bailarina?

Tiene actitud, técnica y pasión.

¿Te sentís como otras chicas de tu edad?

El 8 de abril cumplí 12; la verdad es que me siento un poco más madura que otras nenas de mi edad, pero igual me llevo muy bien con todas.

Imagino que en tu casa te apoyan todos.

Sí, mi papá Emilio y mi hermanita Sannie. Mi mamá Leticia me acompaña en toda esta hermosa carrera. Ellos dicen que soy la artista de la familia.

¿Cuál es tu meta?

Quiero ser primera bailarina como mi profe, Maia Ayala. Creo que si me lo propongo y si tengo el apoyo de mis profes y mi familia, en 10 años voy a llegar.

¿Seguís alguna dieta, horarios rigurosos?

Ninguna dieta. Mi comida preferida es la pasta. A la mañana voy al colegio, vuelvo y hago la tarea. Desde las 5 hasta las 9 –a veces más– de la noche voy a danza.

Cuando no bailás, ¿qué te gusta hacer?

Estar con mi familia, pasear y dormir; también me gusta estar con mi perrita Mía, escuchar música en inglés y usar un poco la tecnología.

¿Qué pedirías para los niños que sueñan con poder hacer arte?

Que no dejen de querer, todo es posible.

¿Tenés alguna frase de danza?

Sí, tengo: “Ensaya como una bestia y baila como una bella”.

lperalta@abc.com.py